“Padura decide quedarse en Cuba
para escribir”, dice el titular. Ayer salió algo sobre sus “razones personales,
literarias y cubanas” para quedarse en su barrio. Son cosas sintomáticas. En
ningún país del mundo los escritores tienen que sumar razones (y sinrazones)
para justificar el lugar en el que viven. Y en muy pocas partes presumen hoy de
ese nacionalismo ramplón, de pelotero desempleado. El resultado salta a la
vista: las novelas de Leonardo Padura son rematadamente malas, con el aire
ambicioso del provinciano inseguro y llenas de una realidad falsificada,
cuidadosamente retocada para seguir pasando por “producto autóctono” en el
mercado español.
(Las razones de Padura. Blog Penúltimos Días, agosto 2010)
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