Aunque no lo conozco personalmente, lo estimo por
ser un colega de profesión, amante de la investigación y con especial apego a
José Martí, como yo. Referencias tengo de sus trabajos en torno al tema,
incluso no ha mucho supe de sus hallazgos de textos desconocidos de él que
reprodujo “La Estrella de Panamá” a partir de que aparecieran en las
lamentablemente inencontrables “La América” y “El Economista Americano”.
Aun varios días después de que cubaencuentro
acogiera y lanzara al ciberespacio sus apresuradas –no puedo calificarlas de
otro modo– notas acerca de “Irma”, cuento probadamente –en mi criterio– de José
Martí, no logro entender las razones que haya tenido usted para, en estos
precisos momentos, exponer públicamente sus ideas al respecto. Créame si le
digo que no sé si agradecerle o reprocharle el que haya puesto en amplia
circulación mi nombre y mi prestigio como investigador. Dicen que alguien dijo:
Que hablen mal o bien es lo de menos, la cuestión es que hablen. No me muevo en
esas coordenadas, aunque acepto las críticas a mi trabajo si son fundamentadas
y respetuosas. No todos tenemos que pensar del mismo modo, ni ante un asunto
específico llegar a similares conclusiones, como es el caso que nos ocupa.
Por otra parte, pienso que quienes conocen mi
trayectoria como investigador cubano –que no castrista, como han apuntado
algunos comentarios queriendo generalizar– estarán extrañados de que yo haya
podido cometer, según su autorizado –aunque erróneo, en este caso– parecer,
semejante dislate; quienes no hayan sabido de mi hasta este instante –a lo cual
tienen todo su derecho–, se formarán una idea errada de mi persona y de mi
quehacer en torno a la cultura y la literatura cubanas.
Le escribo para que sepa que estoy releyendo mis
palabras de presentación de “Irma” como cuento de José Martí y acopiando otras
informaciones para responder adecuada y respetuosamente a su artículo, con
elementos probatorios de que usted está mal enrumbado en sus afirmaciones sobre
el verdadero autor del cuento y de que no aporta suficientes elementos
probatorios de las mismas. La tarea no me será difícil, pues no tengo más que
remitir a mi presentación del cuento, donde todo, según entiendo, está más que
claro y probado, con elementos que usted olímpicamente soslaya porque no se
avienen a sus conclusiones. Estoy indagando también en la vida y obra de
Santiago Pérez Triana para corroborar mis criterios.
En estos momentos me encuentro en Estados Unidos,
donde he realizado algunas presentaciones en universidades y colleges de varios estados, algunas de ellas sobre resultados investigativos personales o en colaboración con un colega, en torno a novedosos aspectos relacionados con la obra de Martí. Imagino que cubaencuentro me permita, en mi condición de afectado por el trabajo de usted
sobre “Irma” divulgado por ella, publicar allí mismo mis descargos.
(Publicado en la red, abril 2016)
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