No obstante, por razones
extraliterarias, algunas veces el Ministerio viola los pasos previstos y
publica títulos que no han pasado por las diversas instancias de aprobación.
Este es el caso de Vida de
Antonio Maceo (Editorial
Sanlope, Las Tunas, 2004), de Antonio Guerrero Rodríguez, un libro tan mal
escrito que ni los iletrados improvisadores campesinos escribirían algo
semejante.
Como su título indica, Antonio Guerrero
—autor de dos insignificantes poemarios anteriores: Desde mi altura (Editorial José Martí, 2001) y Poemas confidenciales (Editorial
Letras Cubanas, 2004) —, con esta nueva entrega, intenta recrear la vida del
Lugarteniente General del Ejército Libertador, pero sus 148 décimas llenas de
rimas fáciles y forzadas, asonantes, adjetivaciones excesivas e inconsistentes,
rellenos silábicos, cierres pobres y lugares comunes, son un verdadero fracaso,
aunque Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí) afirme en la solapa: "Este libro,
no obstante su sencillez y humildad, contribuye, sin duda, a la epopeya
cubana".
Editado por el escritor Eduardo Heras
León, Vida de Antonio Maceo no posee un solo verso que merezca la
pena citar. Su autor está tan atento a la historia narrada, que olvida por
completo que la forma elegida pertenece a la poesía y no al testimonio o al
periodismo. Independientemente de las condiciones en que se haya escrito este
libro, un verdadero poeta hubiera logrado una obra realmente valiosa, pero
definitivamente su autor no es uno de los elegidos. Los temas políticos en
poesía son los más difíciles, porque el riesgo de caer en lo panfletario es muy
elevado y este panfleto de Guerrero —a pesar de las manos "piadosas"
que después de haber sido enviado a Cuba intentaron convertirlo en literatura—
es una ofensa a la historia de la décima nacional y a los poetas que en silencio
se empeñan en airear la estanza de Espinel.
Léase a manera de ejemplo la siguiente estrofa para
que se tenga una idea de lo anterior:
"Allí vio la explotación/ del régimen
esclavista./ Presa de brutal conquista/ el negro sin su nación./ El negro con
su canción/ trabajando, trabajando./ El negro alzado peleando./ El negro apenas
comiendo./ El negro en miles muriendo./ La negra madre ¡vengando!".
¡Pobre progenitora del héroe! No critico que
Guerrero invierta parte de su tiempo en hacer versos, pero que además quiera
publicarlos como si se tratara del sempiterno Himno
del desterrado o las
insustituibles Flores del
destierro, eso es harina de
otro costal.
Los que han llegado hasta este punto en la lectura,
quizás ya adivinaron que se trata, en efecto, del mismo Antonio Guerrero que
actualmente cumple larga condena de cárcel en Estados Unidos bajo acusación de
espionaje. Guerrero era uno de los cinco miembros más activos de la denominada
Red Avispa, grupo de agentes del régimen de Fidel Castro que intentaron penetrar
en varias organizaciones del exilio miamense.
Entre sus objetivos también estaba adentrarse en
bases del Comando Sur, en la Florida. Al conocerse la detención y posterior
enjuiciamiento de los cinco espías en Miami, el gobierno cubano desató una furibunda
campaña internacional para pedir su excarcelación y proclamar su inocencia, la
cual todavía continúa, y los declaró Héroes de la República.
Guerrero, quien ya fue investido, no faltaba más,
como Miembro Honorífico de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC),
en la soledad de su encierro ha desplegado una persistente actividad como
escritor, cuyos pobres resultados han encontrado oportunos padrinos en la grey
intelectual de la Isla. Son los encargados de sacar a la luz estos ripios que
no engrandecen la historia de la literatura insular, sino que la cubren de
sombras y subrayan las ataduras y el servilismo de quienes se ven obligados a
mentir para protegerse y ganar favores. Roberto Fernández Retamar, Alberto Edel
Morales, Ángel Augier, Waldo Leyva, Indio Naborí, Heras León: ¿Por qué tanta
bajeza si como creadores saben que esos poemetos (¡Salve Alma Rubens!) están
destinados al olvido? ¿A dónde fue vuestra honestidad literaria?
¿Acaso a un texto como el siguiente puede
aplicársele el calificativo de poético?
"Por Iguará, de momento,/ arrollan con su
potencia,/ pero encuentran resistencia/ al acercarse a Fomento;/ allí rompen el
intento/ de a fuego hacerlos parar;/ Cienfuegos los ve pasar./ Va detrás del
enemigo./ Y Gómez dice a su amigo:/ 'Nuestro juego es empujar'".
¡Cuánto lirismo! ¡Qué excelente línea conclusiva! Vida de Antonio Maceo no sólo es un libro insustancial, sino
una lamentable confluencia, una muestra, otra, de la creciente oscuridad
afectiva entre políticos e intelectuales de la Isla.
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