Leo una
entrevista con Padura. Dice las chorradas costumbristas de siempre y se
comporta como un animalito folklórico cosa típica de cubanos que a la menor
oportunidad comienzan a mover el culo o sacan un tambor. Pero. Además. Dice
Padura: “Crecí en un país muy homogéneo y está dejando de serlo. Cada vez es
más heterogéneo por culpa de las desigualdades económicas. Estoy viendo la
distancia social que se está produciendo… Habría que buscar un equilibrio y,
ojalá, lo encontremos”.
Impresionante.
Hasta para un tipo como Padura. ¡Así que el peligro que acecha a los cubanos
después de cincuenta y cinco años de dictadura, hambre, miedo, represión,
envilecimiento ideológico y moral, después de miles de muertos tratando de
escapar de la homogeneidad que celebra Padura, después de miles de fusilados
(estoy pintándolos, Padura) es…¡la desigualdad económica!
No la
desigualdad económica que disfruta la nueva clase cubana de hijitos de papá, no
la desigualdad económica que disfrutan los intelectuales vendidos como Padura,
no.
¡La
desigualdad de los que prosperan un poco por los intersticios que deja la
férrea maquinaria de control del Amo de Padura! ¡La desigualdad que traerá el
malvado capitalismo tan heterogéneo, ese capitalismo que Padura detesta hasta
extremos de buscarse la ciudadanía de uno de estos países capitalistas sin
siquiera huir del suyo!
Padura padece
de castroenteritis, que, como bien dijera Guillermo Cabrera Infante, es una enfermedad
del cuerpo (te hace esclavo) y del ser (te hace servil).
Es la
enfermedad endémica del Hombre Nuevo Cubano.
(Blog
Emanaciones, octubre 2015)
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