Imprimir una
revista como Amnios le cuesta a
nuestro país alrededor de 3000 CUC, con su respectivo contravalor en moneda
nacional. De estos, al menos la mitad hubiera sido más prudentemente invertida
si alguien la hubiera arrojado como volantes desde un avión sobre el río
Almendares.
(…) recuerdo
un número de La Siempreviva —una
revista que, en más de un sentido, parece estar en desacuerdo con su nombre—
que abría con el siguiente rótulo: “La narrativa que viene”. Y acto seguido,
nuestros pretendidos escritores del futuro. La lista en sí misma era casi un
subgénero de la ciencia ficción: Luisa Campuzano, Astrid Santana, Mayra
Montero, Miguel Mejides, etc. Era como estar sentado en un enorme sofá
demasiado relleno con tapetes sobre los brazos y el respaldo. Recuerdo que
pensé: ¿esta será la literatura cubana del futuro? Me sentí irlandés.
Fantástico, hemos descubierto lo que ya sabíamos: la literatura cubana no es
eso que muchas veces corre por nuestras publicaciones seriadas. Una cerveza
abre más las puertas de la percepción —cuando de literatura contemporánea se trata—
que algunas revistas nacionales. Trabajar con esos “documentos” —como se lee en
un poema de José Ramón Sánchez— es como “tener una vida sexual a base de
pajas”. El número 5 de La Siempreviva,
por ejemplo, parece ser un laboratorio de especulación sobre la irrealidad.
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