El neoliberalismo es una doctrina cuya puesta en práctica no solo ha causado muchos estragos sociales, frustraciones y miserias, sino que ha estado precedido por ellos. Sencillamente, porque sus postulados solo pueden practicarse desde la represión y la inacción social, de lo cual el régimen de Pinochet en Chile —con sus asesinatos, desapariciones y torturas— fue un ejemplo trágico.
Pero aún así, leer La Acción Humana o El camino a la Servidumbre es siempre un motivo de regocijo intelectual que sugiere que efectivamente hay cuotas de ideas atendibles en una propuesta teórica que coloca al mercado como principio ordenador de la sociedad. Pero como sucede en otros cuerpos teóricos, el argumento neoliberal se degrada cuando cae en manos de divulgadores menos ilustrados que los padres fundadores.
Y CAM es un ejemplo de esto último, a lo cual se suma su tendencia a opinar sobre lo que no conoce, desfigurar situaciones, ofender a sus adversarios y hacer de su ideología un credo fanático. Como ocurre ahora con los estudiantes chilenos, pero antes con la izquierda latinoamericana que posee brillantes representantes en el continente, y a los que en algún momento llamó —escoltados por otros dos “perfectos amigos”— “los perfectos idiotas”.
(La ignorancia y el cinismo. Cubaencuentro, julio 2013)
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