Despues de este reconocimiento, espero que será lícito hacer una observacion importante, y que por desgracia suelen desdeñar las almas volcánicas, como es la del poeta que examinamos. No basta la grandeza de los pensamientos, no basta lo pintoresco de la espresion: no basta la fluidez y valentía de la versificacion: se exige ademas del poeta una correccion sostenida, una elocucion que jamas se roce con lo vulgar ó familiar: en fin, no basta que los pensamientos sean poeticos: es preciso que el idioma sea siempre correcto, propio, y que jamas se encuentren en él espreciones, que lastimando el oido ó estraviando la imaginacion, impidan el efecto entero, que el pensamiento debia producir.
No despreciemos, pues, las observaciones gramaticales: son mas filosoficas de lo que se cree comunmente: ellas contribuyen maravillosamente á la espresion del pensamiento: y cuando se ha concebido un pensamiento sublime ó bello ¿que resta que hacer al escritor sino espresarlo debidamente?
El Sr. Heredia ha escrito arrebatado de su genio: mas de las composiciones que contiene su bella coleccion, hay muy pocas, que hayan probado la severidad de la lima. Todo lo que hay bueno en ellas, que es lo mas, es hijo de la inspiracion: mas yo no quisiera encontrar en ellas incorreccion alguna, que perturbara el placer de su lectura. Yo me atrevo a aconsejarle el multa littura de Horacio.
(El mensagero Semanal, Filadelfia, diciembre 1828)
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