El mecanismo político de esos actos de repudio es el mismo que el de los famosos pogromos del antisemitismo europeo, estudiados por el gran historiador ruso-francés León Poliakov. Una élite ideologizada induce a un grupo de fanáticos a insultar al enemigo público, a cubrirlo de ofensas y calumnias, hasta propiciar un ambiente de odio colectivo que muy fácilmente puede desembocar en la agresión física. Los ponentes de la mesa de Letras Libres (Roger Bartra, Christopher Domínguez Michael, Julio Trujillo, Rafael Rojas y José Manuel Prieto), el domingo 1 de diciembre de 2002, en Guadalajara, entre consigna y consigna, fuimos injuriados por una docena de oradores que arrebató los micrófonos, nos dio la espalda, y nos acusó de ser "cómplices del genocidio" ante la multitud enardecida.
Un pogromo es inconcebible sin el elemento de espontaneidad que aporta la masa enfurecida. En el caso de este "acto de repudio", dicho elemento fue asegurado por los jóvenes miembros de la oclae (Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes), entre los que había no pocos cubanos entrenados en el arte de la oratoria castrista. El liderazgo intelectual y político de la operación, sin embargo, siempre estuvo en manos de un grupo de "periodistas" y funcionarios de la isla, quienes ofrecieron a su público los principales mensajes para el escarnio. Incluso los momentos más cercanos al debate de ideas, en las intervenciones del director de la Biblioteca Nacional de Cuba, Eliades Acosta Matos, y del director de la Cinemateca de la isla, Enrique Ubieta Gómez, estuvieron salpicados de múltiples ofensas personales. Como en todo pogromo, lo importante no era la divergencia ideológica, sino el odio al otro.
Seguramente, el gobierno cubano había planeado confrontar la presentación del número 25 de Encuentro de la Cultura Cubana, prevista para el 5 de diciembre. La reacción adversa de la opinión pública mexicana, la carta de 28 reconocidos intelectuales —entre los que se encontraban Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, Adam Michnik, Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis— solicitando garantías de seguridad para la presentación de Encuentro, y las rápidas medidas que en ese sentido tomaron la presidencia y la dirección de la fil, impidieron que se produjera otro acto de repudio. En todo caso, el ataque a Letras Libres, por su violencia verbal, no fue un episodio "insignificante", como luego declararon las autoridades de la isla.
(Las lecciones de Guadalajara. Letras Libres, enero 2013)
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