Tras las rejas y torres de El Morro, agarrado a la barra de un charro,
y hecho una bola de churre, se achicharra y achurra el engorroso cherri, hasta
que, rompiendo la pared con sus garras y tarros, echa a correr por entre los
guijarros perseguido por carros y perros, hasta refugiarse en un cerro.
(El color del verano.
Tusquets, 1999)
No comments:
Post a Comment