En
la primera respuesta a la crítica de Jorge Camacho demostré que es falsa su
acusación en cuanto a que yo no lo cité en mi libro. Pero que lo haya citado
diez veces no le alcanza a su “yo” insaciable. En el fondo, lo que le irrita es
que el 99% de las ocasiones le enmiendo la plana. Este es el verdadero problema
del profesor, quien parece decidido a hacerme pagar caro el atrevimiento. Por
supuesto que es incapaz de ofrecer disculpas por la grave falsedad de su
acusación.
Pero
además de no ofrecer disculpas tiene la soltura de insistir sobre lo mismo, y
entonces afirma en su segunda aventura contra mi estudio: “no basta con citar a
un crítico al final del libro en la bibliografía —aun si fuera 10 veces— ”.
Probé que lo cité también en el cuerpo del texto, pero reduce el tema a la
bibliografía.
Con
el asunto de las citas Camacho silencia algo que él sabe perfectamente, y es el
dolor de cabeza universal que padecemos los académicos para no dilatar el
número de referencias, al pie o al final, lo cual siempre interrumpe el proceso
de pensamiento y resulta ingrato para la inmensa mayoría de los lectores. A lo
anterior se añade la preocupación de aumentar la cifra de páginas en textos no
pocas veces extensos. Existen editoriales que no publican libros con un número
incluso pequeño de referencias.
(…)
Sobre
un tema del que ya he hablado, se pregunta el académico por qué no lo abordé
antes que él. Está de nuevo equivocado. Cuando supe que existía Camacho ya yo
tenía mi libro terminado e incluso lo había presentado a dos editoriales que lo
rechazaron, precisamente por el elevado número de citas y por la extensión del
volumen, aunque no descarto que además lo encontraran defectuoso. Lo que hice
con la producción de Camacho y otros fue introducirla donde creí conveniente,
como prueba tardía de las pifias de un sector que trabaja en la academia
norteamericana. Le recalco a mi contradictor que este tema lo estudio desde
hace veinte años.
En
mi primera respuesta le ofrecí al crítico unos diez temas para que demostrara
quién los había abordado antes, ya que me acusa de repetidor. Sin embargo,
guardó silencio. Para este profesor, todo aquel que no dedique su reflexión a
desguazar a Martí será un repetidor y por tanto un mediocre.
Y
aquí termino. Si Camacho quiere continuar con sus venenos, silencios y
distorsiones es su problema, pues continuará solo. Tengo cosas importantes que
hacer.
(De
venenos, silencios y amputaciones. Cubaencuentro, octubre 2015)
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