Lunes de Revolución, todo este grupo que no había
participado en la insurrección, que no militaba en las organizaciones revolucionarias,
de buenas a primeras se convirtió en todopoderoso, tanto porque tenía el
periódico y la línea editorial de la Revolución y la Revolución hablaba por el
periódico, como se hacen (sic) un magazine
literario, ese magazine literario se convierte en la voz y la orientación de la
Revolución en el campo de la literatura y de las artes. Ahora, si ustedes hacen
lo mismo con las técnicas norteamericanas y estudian los números de Lunes de Revolución, y no sólo pensando
en literatura, vean ustedes cómo se trata de destruir a Alejo Carpentier, cómo
se ironiza a Alicia Alonso, cómo se juega a destruir a los artistas y
escritores del grupo Orígenes. […] Cuando tienen en sus manos Lunes de Revolución, le abren fuego a
los escritores católicos. Es decir, que paradójicamente fuimos los artistas y
los escritores marxistas los que defendimos a los católicos; desde luego, sería
una hipocresía decir aquí que la batalla que libramos nosotros contra Lunes de Revolución tenía por base la
defensa de los escritores católicos; tuvo por base la defensa de nuestro
derecho a exigir que los artistas combatientes tuviéramos al menos una
participación, porque las cosas terminaron en la reunión de Fidel con los
intelectuales, la constitución de la uneac, la fundación de La Gaceta y la disolución de Lunes de Revolución, pero lo que
reclamamos nosotros, los que nos enfrentamos a Lunes de Revolución, no fue la disolución de Lunes de Revolución, sino la desautorización de Lunes de Revolución
como vocero de la Revolución en el campo de la cultura.
(Testimonios.
Transcripción publicada en Encuentro de la cultura cubana, No. 43, 2007)
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