Muchachos todos inteligentes, todos necesarios en el concierto de la poesía cubana, pero jodidos en su ira, en su vacío afán de desacreditar, encerrar, lapidar, borrar, invisibilizar, matar todo lo que no se les parezca, en fin, frutos de la intolerancia, de la falta de inclusión, de la belleza que significa reconocer lo diferente, la alteridad, no solo como especie de espejo invertido, sino como condición que valida y enriquece la propia identidad, el ser. No los culpo, son como yo, como mi generación "la escondida", víctimas del despotismo. La vida es más que blanco y negro, yo también negué, pero siempre con respeto, y aprendí más cuando me percaté que lo diferente a ti, no siempre es lo malo, que lo diferente, incluso te puede superar, y si dialogas con lo diferente, creces. El despotismo cultural de algunos jóvenes de "la llamada generación cero", por cierto tan aupados a nivel institucional que hasta revista propia tienen, cosa que ni pensar que mi generación podía soñar, en mi opinión, es peligroso y dañino, y no garantiza, por individualista, y dictatorial, la comunión que necesitamos los intelectuales para fundar la Cuba futura.
(Comentario en la red, octubre 2013)
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