Aquella balumba de autores hacía sospechar que Valdivia hacía de sus lecturas una promiscuidad increíble, que en un mismo día devoraba centenares de páginas de libros diversos. Así era en efecto: y antes y después de aquel largo período de su vida, sus escritos han reflejado ese desorden de torbellino de sus lecturas, su cultura esa desorganización originaria, fruto de una alteración profunda en el funcionamiento de las facultades, por exceso y desproporción de ejercicio y por la monstruosa cantidad de alimento. Si sus lecturas hubiesen sido hechas con lentitud y método, y si no hubiese propendido siempre á desarrollar su fantasía con evidente detrimento de sus facultades reflexivas, no cabe dudar que hubiera sido un literato y un crítico. Buscó su deleite, momentáneo, fugitivo, excluyendo el provecho, la utilidad remota del trabajo, y la mayor cantidad de esa lectura ha sido tan estéril en su intelecto, como si éste fuese una vorágine destinada á sumergir en sus antros páginas impresas. Es un literato y es un crítico, pero que adolece de aquellos males que cohiben el desarrollo que, en otras circunstancias, hubiera adquirido, y por los cuales ofrece el aspecto de un organismo en que miembros y vísceras, en vez de llegar al desarrollo pleno, han cído en la atrofia ó en la hipertrofia.
(Aniceto Valdivia. Cromitos cubanos. Habana, 1902)
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