Recibo sus e-mails referentes al trabajo que preparan sobre GCI por si tengo alguna anécdota personal que pudiera referirles, dando por ejemplo la que mencionan y que considero una fabulación al estilo del bueno de Marré y su humor algo socarrón. A ver si se aclara este malentendido de las serpentinas anécdotas: mi relación con Guillermo se redujo al corto año que coincidimos en la entonces Escuela de Periodismo y fue más bien distante, dado su comportamiento machista que me resultaba particularmente desagradable. Tampoco existió la pertenencia a un mismo grupo (mi vía era la poética; la suya, periodística), por lo que nuestros encuentros muy esporádicos se reducían a uno de sus característicos sarcasmos que me lo hacían aún más antipático: “¿Sigues escribiendo poesía?” Convergimos más tarde en los puestos de agregados culturales que nos fueron confiados y también en el momento de abandonarlos, yo primero y él después; pero tampoco hubo comunicación entre nosotros. Y en el terreno literario (ni qué decir), nuestras búsquedas se aproximan únicamente —y así lo ha considerado cierta crítica— en que mi novela Sonámbulo del sol describe la diurnidad habanera y él la nocturnidad.
Así pues, que se deje de fabular alrededor de lo que Vallejo denominaba “la nonada”.
(Sobre los pasos del cronista. Elizabeth Mirabal, Carlos Velazco, Ediciones Unión, 2011)
No comments:
Post a Comment