En Miami se ha desarrollado un esperpento impensable, bajo el raro nombre de intelectual de derechas; que bajo la sombrilla de Carlos A. Montaner, pretende una oposición puntual del otro imposible supuesto en el intelectual de izquierdas. Ese maniqueísmo es habitual y recurrente al escolarca Montaner, que fundó una Internacional Liberal que contrapesaría la estrategia intelectual de la Comunista; salvo por esa recurrente dificultad del peso específico, y residiendo la desmesura en esa obsesión por el nominativo, que ya desnuda la falacia en su petición de principio. Es decir, como principio, cualquiera que se llame o reconozca a sí mismo como intelectual es intelectualmente desconfiable, por causa de sus prioridades y objetivos; ya que intelectual es el trabajo que se hace, sea este de arte o análisis político o científico, pero no el sujeto que lo hace; de modo que la persona es artista o analista o científico, que es lo intelectual, y no a la inversa, salvo que se trate de vanidad de vanidades —todo es vanidad—.
(Coda al regreso del perfecto idiota. Blog Dirty City, julio 2013)
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