En el sangriento campo de batalla
se oye ¡prats! ¡prats! formar tremenda bulla
que hace que el flojo pusilánime huya
para que no lo alcance la metralla.
Y en la cocina, donde está la olla
junto al caldero, el jarro y la botella,
se oye también ¡prats! ¡prats! la bulla aquella,
inseparable, como la cebolla…
Y al escuchar la alocución tan tuya
que proferiste con palabra bella
de la memoria de Navarro brilla,
Oh Pepe ¡Prats! —perdóname la pulla—,
quiero saber si tu onomatopeya
es la de un pedo o de una trompetilla…
(Soneto al crítico Prats Sariol. Blog Efory Atocha, May. 2013)
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