No dudo que de haberte esforzado,
hubieras podido elaborar conceptos y hasta rebatido o puesto en jaque alguna
idea de las expuestas en mi texto "La crisis de la baja cultura", al
que haces referencia; sin embargo, veo que preferiste hundirte en ese enconado
desmontaje de mi biografía personal en puntos tan domésticos, tan poco
productivos para el imaginario colectivo, como mi vida privada, mis ingresos
financieros y mi libre albedrío en definitiva. Ahora, en el margen que dejas no
logro que quepa una polémica medianamente digna entre nosotros.
Lamento que la opinión tan alta que tengas de tu persona o de las
funciones de tu cargo, te haya hecho suponer que mi mera comparecencia ante ti
en una reunión cuya organización nunca consensuamos y a la que yo sólo favorecí
al asistir, iba a dejar abolidos mis derechos a expresarme en lo adelante sobre
la Declaración del Secretariado de la UNEAC o cualquier otro tema cómo, cuándo
y dónde estimase pertinente. Esa carta se leyó como bien dices "al
finalizar la reunión", no había ocasión para debatirla ni se pidió más
polémica después del arduo debate de esa noche en que no nos quedamos callados.
No obstante, ponte el mismo sayo: ¿por qué en esa reunión no vertiste ningún
criterio sobre mi persona, mi artículo "La crisis..." que ya conocías
o mis finanzas? ¿Por qué callaste en aquel que según tú se suponía marco idóneo
para ventilar discrepancias y ahora apareces con esta "Carta a
Francis" enviada a muchos confines?
De igual modo, lamento que tengas una idea tan estrecha de las
preocupaciones sociales por las que puede clamar un intelectual.
Quizás has legado a los estudiosos de las pifias en política cultural un
hito, un documento sintomático. Además, no dejará de extrañar a muchos que, en
medio del debate espontáneo entre tantos intelectuales, me haya tocado recibir
en mi pecho y mi "provincia del interior" la excepcional descarga del
alto funcionario, cuando apreciaciones tan o más fuertes que las mías se han
venido articulando en el mismo contexto, antes o después, por un sinnúmero de
intelectuales cubanos, la mayoría mejor posicionados.
Para mí, el colmo de vergüenza "ajena" es asistir al acto en
que tú, funcionario público de alto nivel que debe custodiar los intereses de
los escritores, haces públicas mis retribuciones financieras. Me las sacas en
cara desde tu oficina y, de paso, a todos y cada uno de los escritores cubanos
a quienes se las enseñas, dejándonos saber que todos y cada uno de nosotros
debemos aprender a vivir con la certeza de que nos llevas las cuentas un
centavo sobre otro centavo, un verso sobre otro verso, y que nos las puedes
sacar en cara y en público cada vez que digamos algo que tú no compartas.
Confieso que ni yo mismo he llevado control tan estricto de mí.
Caes, incluso, en algo de que se cuidan hasta los guapos más incultos:
si yo soy el autor de "La crisis de la baja cultura" que tanto te ha
irritado, ¿por qué "darle" también a una mujer, mi esposa? Respiré
aliviado cuando terminaste de pronto esa carta diciendo que se te quedaban
"cosas" por decir, pues por el camino que ibas llegué a suponer que
ni nuestros dos niños se salvarían de la fortaleza de tus convicciones.
(…)
Me propongo no dejarme amargar por tu presunción de que vivo en un país
que tú o alguien me ha prestado. Asisto a eventos, publico libros, hago
jurados, trabajo y luego cobro lo que me deben, camino por las calles, respiro
y hablo y escribo porque... existo. Tú barajarás impunemente mis finanzas a la
luz pública pero no administrarás jamás mi existencia ni los derechos naturales
de que se compone mi vida. Mientras siga viviendo, repito, no me dejaré amargar
por la posibilidad de que algún funcionario pueda echármelo en cara mañana como
un tiempo que le debo.
Precisamente creo que ya te he dedicado demasiado tiempo, siendo tú el
funcionario que has demostrado ser, tan fuera de lugar, colado, polizón en un
debate altruista entre intelectuales. De este tipo de cruce de cartas, con
nuestras distintas condiciones, nunca se hizo alta ni mediana cultura.
(Correo circulado por la red,
febrero 2007)
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