He estado leyendo las crónicas
del poeta Villegas sobre su viaje a Cuba y he de decir que me han parecido
tristes y despreciables. Mucha cháchara libresca y cultureta, que si el zazeng
(o como sea) que si la gestalt, que si nietzsche, lo que queda bien si estás en
Los Ángeles o en Miami pero que dicho en Cuba, entre los esclavos, es como
arrojar puñados de confeti sobre cincuenta y siete años de esclavitud y es
intelectualizar el crimen. Todos tenemos nuestros egos y queremos, es humano,
que nuestro culo intelectual sea más admirado y huela mejor que el culo
intelectual de aquel otro, pero hombre, Villegas, hay límites.
Veo esas fotos típicas espeluznantes (cuánta
gente fea) pero sentimentales que pone en FB el poeta Villegas. Da un poco de
cosa ver a Villegas pasear su culo filosófico por entre los que se lo patearon.
¡Es su culo! Dirán algunos, y no deja de ser verdad. Una le escribe en FB y
Villegas le contesta ¡deberías venir! (a Cuba). Supongo que lo habrán nombrado
ya oficial del INIT o algo por el estilo.
“Dejo a un lado La Cabaña y las ejecuciones
sumarias”, dice Villegas. Ya, pero no se puede dejar a un lado La Cabaña y las
ejecuciones sumarias, Villegas.
Leo toda esa tontería del nestorianismo y
queda claro que el ego de Villegas es más grande que la isla y ya Villegas
(debe ser un momento zazeng) sabe naturalmente lo que piensan todos los
cubanos, y eso que sólo lleva unos días en la isla. ¡No toquen a Cuba! clama
Villegas ya húmedo de esencias (patrias). ¡Rigores del destierro! añade
Villegas al reivindicar a los llamados “repatriados”. No me hagas reír Néstor,
y termina de tragarte el sandwich cubano gigante de Versailles, no vaya a ser
que te atragantes.
Lo que ha escrito Villegas, hasta el
momento, de su viaje turístico a Cuba, contribuye a hacer realidad una de las
máximas aspiraciones del aparato cultural y propagandístico de la dictadura: la
trivialización de la dictadura. Visitar el escenario del crimen y aplicarle
gruesas capas de retórica florida mientras el escriba no cesa de proferir
estentóreos alaridos (¡la raza más bella: la nuestra!) tribales, es trivializar
el crimen y es relativizar el horror y la matanza.
Y no diré nada de los patéticos videos de
Villegas leyendo sus poemas en una especie de basurero, porque siento vergüenza
ajena.
(Blog
Emanaciones, agosto 2016)
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