Friday, December 2, 2016

Eliseo Alberto vs. el Quinquenio Gris (¿y Luis Pavón?)

Un año después, el Congreso de Educación y Cultura llenó el país de ratas y alimañas. Comenzaba el Quinquenio Gris. ¿Comenzaba? Haré lo humanamente posible para que la cólera no rija mis recuerdos y me haga calificar con palabras demasiado crudas a los promotores de aquel auténtico patíbulo de la cultura nacional. No sé si pueda. Verdugos a sueldo de incapaces y tenientes alcoholizados por los licores de la envidia se atrevieron a humillar a prestigiosos intelectuales y artistas, sin distinción de origen ni de nacionalidad, y convirtieron nuestros teatros, galerías y editoriales en letrinas donde ellos, y sólo ellos, nadaban a gusto como renacuajos en un mar de babas. Por viles negaron a José Lezama Lima y por viles acorralaron a Virgilio Piñera, que no estaban fuera del juego sino en el centro mismo de la literatura universal. Por impotentes, herniados de intolerancia, persiguieron a los escritores que habían tenido la valentía crítica, y por tanto amorosa, de publicar libros de pelo en pecho sobre el combate de Playa Girón o la lucha contra bandidos en el Escambray. Por débiles de espíritu acosaron a los homosexuales (que se negaron a ser sus amantes porque eran mucho más hombres y mujeres que ellos), los dejaron sin trabajo y los desdeñaron ante sus vecinos. Todavía en 1990 varios de esos funcionarios-gusarapos andaban coleando por oficinas de la administración pública, venidos a menos, requisados a media, pero pavoneándose de sus canalladas de antaño, y no faltó alguna que otra cucaracha que los aplaudiera.

(Informe contra mí mismo. Alfaguara, México, 1998)

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