La precondición básica para que
a uno le guste “La isla del Cundeamor” es no haber vivido en Miami y estar
decidido a reducir esa ciudad y sus pobladores a una serie de esquemas,
casualmente castristas, en los que todos los miamenses son malos.
Yo no creo que sólo haya dos tipos de
cubanos. He tenido muchos amigos cubanos a lo largo de mi vida, he hablado con
ellos de libros, me han enseñado la historia de su país –cada cual la suya
porque en el exilio al contrario que en Cuba sí hay diversidad de opiniones y
la Cuba que recuerda Márquez Sterling no es la que recuerda Duarte Oropesa o la
que reconstruye Levi Marrero–, me han invitado a sus casas y me he sentido con
ellos como en familia. Tengo más libros de historia de Cuba que de historia de
España en mi biblioteca y conozco personalmente más autores del exilio que
autores españoles…
Precisamente por eso me irrita un libro como
el comentado, en el que SI que sólo hay dos clases de cubanos: los fieles a los
ideales de una revolución de la que el autor en su momento también desertó, y
los malos que son todos los demás. Te lo resumiré: en este libro no hay más
buenos que los de izquierdas, si un personaje es negativo es que además es de
derechas… sin excepción. Y eso alcanza a comunidades enteras: todos los
vietnamitas son heroicos, sin excepciones, como todos los exiliados son
egoístas, de nuevo sin excepciones, y todas las mujeres son objeto de
conquista.
Por lo demás, insisto en que el conocimiento
de RVD de lo que es Miami es parcial y sectario y su libro además de exhibir
muchas opiniones que no comparto –pero cada cual es libre de opinar como
quiera– tiene errores de bulto que podrían haberse resuelto con algo tan
sencillo como acudir a una hemeroteca.
(Comentario en la red,
diciembre 2011)
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