Fui a los países escandinavos y
socialistas, siempre trabajando para el gobierno revolucionario, volví a Cuba
en el 66 y me pidieron una opinión sobre una novela que era muy mala, pero que
estaba dentro del respaldo a la burocracia que había en Cuba, era de Lisandro
Otero, que no tenía ningún don de escritor, pero era un burócrata de la cultura
y tenía poder. Se hizo una encuesta en Tres generaciones, y yo salí del
criterio general, objeté la calidad de la novela y mencioné la obra de
Guillermo Cabrera Infante Tres tristes
tigres que me había parecido muy buena y eso me acarreó dificultades.
(Entrevista, Periódico de
Poesía, invierno 1994. Visto
en Neorrabioso Blog)
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