En el artículo que
Luis Toledo Sande escribió titulado ¿Petimetres contra José Martí? se repite,
pues, este tipo de retórica mordaz y políticamente intencionada, contra quienes
él llama, además de “petimetres”, “sietemesinos. A diferencia de los artículos
de “Leopoldo Ávila”, sin embargo, Luis Toledo Sande firma este libelo con su
nombre, y evita mencionar los que son el verdadero blanco de su ataque, dejando
correr una nueve de sospecha sobre los que lo critican hoy a Martí por diversos
motivos.
Como yo he escrito
dos libros sobre José Martí y en ambos le he criticado por su misoginia, su
homofobia, su racismo y etnocentrismo, me siento aludido, por tanto, en ese
ataque, y rechazo los insultos que nos dirige. También rechazo la acusación de
que sirvo a poderes extranjeros, colonialistas e imperiales. No. Soy cubano, y
deseo también “un pueblo nuevo y de sincera democracia”. El problema está en
que el concepto de democracia al que se refiere Toledo Sande es, seguramente,
muy diferente al mío. De hecho, Toledo Sande puede citar decenas de frases de
Martí a favor de la democracia, la libertad y los derechos inalienables del
hombre. Lo que le sería difícil hacer es probar que alguien que trata con tanto
desprecio las ideas ajenas sea realmente un demócrata o un defensor de la
libertad de TODOS. De lo contrario, ¿cuál es el propósito de escribir un
artículo con tantos insultos? ¿Acaso añora Luis Toledo Sande la época en que un
oscuro funcionario del Consejo de Cultura podía decidir sobre la vida de los
otros? ¿Tiene en mente otra cacería de brujas o pensará que es hora, de “cargar”
nuevamente “los barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la
patria que los nutre”?
Nadie, ni siquiera
Martí, tiene el derecho de expulsar a otro cubano de su tierra. Llamar
“insectos dañinos” y “gusanos” a sus críticos es una forma de justificar su
censura y exterminio como hicieron los Nazis en Alemania. Hay muchos libros con
los que todos estamos en desacuerdo y no por ello los vamos a quemar, o
escribimos un ensayo tratando al autor de ser menos cubano o de servir a los
intereses de un estado extranjero. Atacar de una forma tan virulenta e incitar
a los lectores a despreciar a quienes “manchan” el nombre de José Martí, como
repiten exaltados algunos lectores que dejan sus comentarios al final del
texto, y que no tienen acceso a nuestra respuesta es un ejemplo de poco valor
cívico, y de mucho menos respeto por las ideas ajenas. Nadie es dueño de Martí,
ni tiene el derecho de censurar y agredir verbalmente a quienes lo critican.
Utilizar, además, las mismas palabras de Martí para insultar, y rebajar el
trabajo y la condición de otros colegas, que nunca lo han insultado a él, ya
sea si viven en Cuba o en el extranjero, es doblemente reprensible porque el
autor no hace otra cosa que legitimar con ello su propia ideología autoritaria,
que no es, ni puede ser, la del cubano.
Si Toledo Sande no
está de acuerdo con algo que haya dicho algún investigador de la obra martiana,
lo único que debe hacer es escribir una crítica del libro o los libros que
tanto le molestan. Atacar, injuriar, y aludir a escondidas a un autor u otro
sin mostrar evidencias, y dando razones políticas, no es ético, y solamente
sirve para afianzar un patrón de represión intelectual que tantos cubanos han
tenido que sufrir en carne propia a lo largo de la historia revolucionaria. Que
el Centro de Estudios Martianos, además, haya guardado silencio ante tantas
ofensas y se haya negado a publicar mi carta de respuesta en su portal, y
queCubadebate se haya apurado a borrar mis comentarios del sitio, muestra una
vez más, que quienes les pagan no les autorizan a disentir y lo único que
pueden hacer es bajar la cabeza y censurar. ¿Son estos los seguidores de Martí?
(¿Petimetres? José Martí, el escamoteo y la censura. Cubaencuentro,
marzo 2015)
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