Mi canon no es excepcional ni
distinto, yo creo que el canon que tenemos con injusticias que se pueden ir
resolviendo con el tiempo y al que se han logrado añadir algunos escritores…
eso se resolverá. Pero… ahora, los nuevos que van entrando, ahí es donde viene
el problema; yo me había impuesto hace años no escribir jamás sobre un escritor
vivo, porque un escritor —que si yo fuera más discreto, no diría que fue
Guillermo Cabrera Infante— me acusó de escribir más sobre Severo Sarduy que
sobre él, que tenía una venita de loco. Entonces yo me dije en ese momento, no
escribo más sobre escritores vivos, porque, además, escribí una reseña muy
negativa en el New York Times de una escritora dominicana de lengua inglesa,
Julia Álvarez, y me dijeron que la agente de esta mujer me estaba buscando, yo
no sé si para hacerme algo. Pero, ¿sabes lo que hizo Julia Álvarez?, tuvo una
venganza cervantina y muy fina, en su próxima novela, la protagonista es una
novelista que está paralizada ante la página en blanco, no puede escribir
porque ha sido traumatizada por una reseña de Roberto González Echevarría.
Entonces me ha incorporado a su novela. Yo pensé que era peligroso escribir
sobre escritores vivos, ¿entiendes? Menciono a otra, ella sabrá por qué lo
hizo, pero Zoé Valdés, hace unos meses, en Nueva York —como decimos en Cuba— me
tiró un hielo tremendo cuando me le acerqué porque parece, yo no me acuerdo
dónde dije algo negativo, o no sé, dudoso, sobre su obra, y me tiró un hielo;
estaba molesta conmigo. Pero, ¡qué se va a hacer! Así que yo me siento
muchísimo más cómodo escribiendo sobre Cervantes, sobre Calderón, que jamás van
a protestar por lo que yo digo.
(Entrevista. Revista Otro
Lunes, diciembre 2007)
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