Lunática,
como tu editorial de otra galaxia;
erótica e intensa,
(y a la vez, sutil y escurridiza),
cual romanza de Lecuona cantada por el Bola,
traída por el viento desde Guanabacoa,
o un viejo son de Miguelito Cuní,
tu prosa
es un bolero
de dulces remembranzas,
y amargos desengaños,
tocado una y otra vez
en la eterna victrola,
donde Vicentico Valdés
vence al olvido,
y se cuela el café de la nostalgia.
Prima cercana de Cecilia,
tu abanico multicolor y frágil
refresca el aire bajo el Arco de Triunfo:
la cubana eres tú,
que nació en el Manglar,
y tus libros sin par
nos redimen al fin.
Zoé Valdés,
eres la verdad que derrotó
lo más soez del enemigo en la distancia,
conquistando París
para elevarte
por sobre el agujero del hospicio,
sobrepasando en altura hasta a la Torre Eiffel,
porque toda Cuba te puede sentir y ver,
desde los cuatro puntos cardinales,
y para eso sí que ha sido necesario crecer.
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