Pedro de la Hoz ha escrito en Granma que Octavio Paz es
"curiosamente más citado y referenciado en nuestro país que leído de
primera mano". En tal razonamiento prima, como en el de los científicos
del experimento, una casualidad bastante errática. Por supuesto que un cangrejo
sin patas no podría caminar por mucho que se lo ordenaran, y que un autor no
publicado jamás podría ser leído ampliamente. Pero algo diferencia al chiste
del artículo: este último no reconoce la violencia ejercida y procura borrar toda
memoria del despiezamiento, de la censura ejercida durante tantas décadas.
La curiosidad, que en otros es virtud
intelectual, es en Pedro de la Hoz recurso para la engañifa. La suya es una
curiosidad mentirosa. Felicita a Roberto Fernández Retamar por su "lúcida
gestión editorial", por haber ofrecido al lector cubano un volumen de
ensayos sobre la obra de Paz. Pero en este caso la lucidez de Fernández Retamar
es idéntica a la que ya desplegara con Borges: luego de negarlo con razones de
materialismo histórico, se ocupa de "recuperarlo". Prologó y antologó y visitó a Borges, a la par
que cambiaba sus opiniones contra el
argentino en ese ensayo suyo que no se cansa de reescribir, Calibán. Y si alguna lucidez conserva el
presidente de Casa de las Américas es la de una celestina que zurce y rezurce
su propio virgo.
A comisarios políticos como él (y otros más
altos) puede achacarse lo poco leído que ha sido Octavio Paz entre cubanos.
Fernández Retamar no ha tenido a mal torturar cangrejos gritándole lemas
partidistas, aunque donde un sujeto como Pedro de la Hoz pretexta curiosidad, él
habla luego de su admiración entrañable por esos bichos.
Granma
no menciona la censura que pesara en Cuba sobre Octavio Paz, pero el artículo
no habría sido publicado allí sin un
ajuste de cuentas con el Paz político. "Prejuicios y cegueras propias y un
desmedido afán de protagonismo como hombre público explican sus desencuentros
con la Revolución Cubana, el sandinismo y la izquierda mexicana", afirma
De la Hoz.
Lo que él considera izquierda mexicana es,
mayormente, el régimen del PRI. Y cualquier oposición política va a ser
entendida en Granma como patología:
narcisismo, ceguera, incapacidad de completar un juicio. Pero hay que ver el
tratamiento empleado por De la Hoz contra el afán de protagonismo del Nobel
mexicano: saca superioridad de la nada y llama a Octavio Paz criatura. Así
describe al escritor centenario: "una criatura que en su juventud se
identificó con las ideas socialistas y la defensa de la República
Española".
Parece que el ridículo acompaña siempre a
estas exhumaciones oficiales. Porque, a pesar de todo su talento literario,
Roberto Fernández Retamar no alcanza nunca a desprenderse de ese ridículo. Y
tampoco pudo conseguirlo aquel otro dotado exhumador, Cintio Vitier.
Incapacitado para alcanzar tales alturas, De la Hoz maneja con chapucería la
sentimentalidad de los censores, suelta suspiros de comisarios mucho más
risibles.
(Octavio Paz, cangrejo en ‘Granma’. Diario de Cuba, abril 2014)
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