Friday, December 16, 2016

Gilberto Padilla Cárdenas sobre la literatura “selfie” (Wendy Guerra, Pedro Juan Gutiérrez, Leonardo Padura)

La “fotografía de escritor”, un género con el mismo grupo sanguíneo del retrato, facilita también una posible hermenéutica del texto. Parece descabellado y extraliterario, pero funciona. Pensemos en las imágenes de Wendy Guerra desnuda —made in Mordzinski— como una anticipación de su literatura selfie. Vemos esas fotos hermosísimas en Soho y luego tenemos la herramienta precisa para leer Ropa interior. Esos desnudos tienen el rol de asegurarnos un protocolo de lectura. Es más, en algunos casos creo que la literatura de Wendy no es más que un intento desesperado de lucir a la altura de sus propias fotos, de poder habitar aquel imaginario que no se consolida del todo en su prosa. Wendy Guerra escribe con la cámara frontal del iPhone como si su smartphone fuera el espejo de Stendhal.
   Pienso en un escritor como Pedro Juan Gutiérrez, concentrando pavorosamente sus fetiches cosméticos: el ron, el tabaco, los collares religiosos, su tatuaje, la azotea de un país en ruinas (Cartier Bresson habría hecho una fiesta con este muchacho), para fundirse con aquel universo de mártires y héroes amalditados de su Trilogía sucia de La Habana.
   En Leonardo Padura fotografiado en Mantilla, tratando de ser un escritor empático, alguien que escribe desde un barrio parecido al nuestro.

(Literatura selfie. Revista El Estornudo, mayo 2016)

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