Para
concluir, aclaro que mi objetivo en un principio era dar a conocer estas
crónicas de Carpentier y resaltar la importancia que tienen dentro del corpus
general de su obra. Originalmente mi idea había sido publicarlas junto con este
ensayo, mi traducción al español de las mismas, y las fotografías que las
acompañan. No obstante, la Fundación Alejo Carpentier, que dirige la señora
Graziella Pogolotti, puso tantas trabas para autorizarnos a publicar estas
crónicas que lamentablemente no lo pudimos hacer. Primero pidieron que se les
enviaran las crónicas sin ningún compromiso de publicación. Después, como me
negara a hacerlo hasta después de que salieran en la revista, pusieron como
pretexto que tenían que autorizar mi traducción y para esto, por supuesto,
necesitaban que se las mandara. Les pedí entonces que suscribieran un documento
previo, autorizándonos a publicarlas en francés si no autorizaban mi traducción
al español. Le dimos como plazo una semana para que la revisaran. Pero
finalmente decidieron que no lo harían y que el plazo era muy corto. Por este
motivo, no tenemos más remedio, dado que la fundación posee los derechos
universales de su obra, --como me indicó en un mensaje electrónico la señora
Pogolotti – que citar fragmentos de dos de ellas como corresponde a la doctrina
de “fair use” en la academia norteamericana. Todo esto, sin embargo, nos obliga
a preguntarnos si realmente la Fundación Alejo Carpentier está interesada en
difundir la obra del escritor que representa, o si detrás de estas evasivas y
silencios se esconde la política dura y pura de Estado cubano y de sus
intelectuales comprometidos a quienes no les interesa ni el surrealismo ni el
anticomunismo de Carpentier. Para ello basta recordar lo que escribió Roberto
González Echavarría a propósito de las Cartas
a Toutouche (2010) publicadas recientemente en La Habana y México.
Como dice González Echavarría en su reseña, el texto introductorio
de Graziella Pogolotti está “plagado de omisiones, reticencias, vaguedades y
evasivas”. La señora Pogolotti, sigue diciendo, pasa “como gato sobre ascuas en
lo referente a la militancia de Carpentier en el grupo, luego partido político
antimachadista conocido por el ABC, de centro-derecha y rival de los
comunistas, que es el descubrimiento más sorpresivo y revelador en este
volumen.” Esta actitud por consiguiente no es fortuita, y tengo para mí que
responde al miedo de los burócratas y herederos absolutos de su patrimonio a
airear aquellas zonas en conflicto con su propia ideología. Esperemos entonces
que algún día se decidan a publicar estas crónicas que merecen figurar en
sus Obras completas.
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