No te embulles ni te
guilles, Guillén, ni mucho menos te engalles, porque no tienes agallas. ¡Calla!
O como payador de talla entónale una loa a la papaya de Maya Plisezcaya hasta
que te salgan callos. Respeta a tu ayo o te parte un rayo, porque el caballo
sólo quiere grillos y si te las das de gallo te engrilla, te engulle o te corta
el cuello mientras tú aplaudes tu “autodegüello”.
(El color del verano.
Tusquets, 1999)
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