Rafael E. Saumell, quien según
parece está ligado a la Sam Houston University,
y a quien no tengo el gusto o disgusto de conocer, publicó en la pasada
edición de Otro Lunes una nota, tipo
“ponencia para congreso”, sobre la novela El
corazón del rey, del cubano Félix Luis Viera, una obra publicada en
2010 y que disfruté, leí y reseñé hace
tal vez unos tres años. La médula de la reseña (y la médula de la novela) es
presentada al inicio de la ponencia de esta forma:
En medio de una borrachera, Robertón, personaje
medular en la novela de Viera, le aconseja a su joven discípulo de dieciocho
años de edad: “Dedica tu vida a buscar el corazón del rey, búscalo siempre…que
esa sea tu divisa: buscar y hallar el corazón del rey y tomarlo para ti… Si lo
hallas habrás triunfado y triunfarás toda la vida…”
Se trata básicamente del consejo de un viejo
marginado, alcohólico, adúltero, violento, sin ocupación, un vividor que ha fracasado en todos sus proyectos, un viejo
que paradójicamente recomienda a un joven persistir en una especie de pureza de
corazón: que no ceda a la maquinaria socialista cubana y que cumpla con su
mandato interior.
El reseñista acusa:
Se podría llegar a la
conclusión de que la novela de Viera puede ser catalogada como muy densa en
materia política, que sobran algunos de los comentarios del narrador.
Aparte de que la expresión “muy densa en
materia política” es demasiado ambigua (supongo que se refiere al hecho de que
se ocupa demasiado de temas políticos)¸ se acusa a la obra (y particularmente
al narrador) de que se inmiscuye demasiado en la narración y le da un sesgo
descaradamente anticubano: todo en la Cuba socialista es negativo (las
escaseces, las filas, los discursos eternos de Fidel Castro, las guaguas
destartaladas y los coches cayéndose a pedazos, las edificaciones leprosas,
etc.). Se queja el reseñista de que en la novela todo (menos las mujeres y el
alcohol) es deplorable; se queja de que no canta las alabanzas habituales a los
logros (algunos evidentes, como la educación y la salud, si bien relativamente)
del sistema.
Afirmación que no es correcta. Al contrario:
en la novela de Viera se presentan personajes que se oponen al régimen
comunista pero también los que están a su favor. Hay defensores del sistema,
creyentes en la utopía, que desgranan párrafos en ocasiones bastante
convincentes. No es, por lo tanto, una obra maniquea: ni un alegato furibundo
contra un régimen cuyas carencias ya se han señalado obstinadamente, ni un
canto a un sistema que se ostenta idílico por encima de realidades más que
contradictorias.
En esta crítica, casi censura, se esconde,
agazapada, una concepción limitada de la novela (por lo menos en los términos
en que yo entiendo al objeto llamado novela). Es la idea de que la novela debe
tener un equilibrio justo entre el bien y el mal, una adecuada corrección
política, para que el lector tenga elementos suficientes para normar su
criterio.
(Una especie de nueva picaresca cubana. Revista Otro Lunes #
39, enero 2016)
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