Tuesday, July 26, 2016

Marco Tulio Aguilera vs. Rafael E. Saumell reseñando una novela de Félix Luis Viera

Rafael E. Saumell, quien según parece está ligado a la Sam Houston University,  y a quien no tengo el gusto o disgusto de conocer, publicó en la pasada edición de Otro Lunes una nota, tipo “ponencia para congreso”, sobre la novela El corazón del rey, del cubano Félix Luis Viera, una obra publicada en 2010  y que disfruté, leí y reseñé hace tal vez unos tres años. La médula de la reseña (y la médula de la novela) es presentada al inicio de la ponencia de esta forma:

   En medio  de una borrachera, Robertón, personaje medular en la novela de Viera, le aconseja a su joven discípulo de dieciocho años de edad: “Dedica tu vida a buscar el corazón del rey, búscalo siempre…que esa sea tu divisa: buscar y hallar el corazón del rey y tomarlo para ti… Si lo hallas habrás triunfado y triunfarás toda la vida…”

   Se trata básicamente del consejo de un viejo marginado, alcohólico, adúltero, violento, sin ocupación, un vividor que  ha fracasado en todos sus proyectos, un viejo que paradójicamente recomienda a un joven persistir en una especie de pureza de corazón: que no ceda a la maquinaria socialista cubana y que cumpla con su mandato interior.
   El reseñista acusa:

   Se podría llegar a la conclusión de que la novela de Viera puede ser catalogada como muy densa en materia política, que sobran algunos de los comentarios del narrador.

   Aparte de que la expresión “muy densa en materia política” es demasiado ambigua (supongo que se refiere al hecho de que se ocupa demasiado de temas políticos)¸ se acusa a la obra (y particularmente al narrador) de que se inmiscuye demasiado en la narración y le da un sesgo descaradamente anticubano: todo en la Cuba socialista es negativo (las escaseces, las filas, los discursos eternos de Fidel Castro, las guaguas destartaladas y los coches cayéndose a pedazos, las edificaciones leprosas, etc.). Se queja el reseñista de que en la novela todo (menos las mujeres y el alcohol) es deplorable; se queja de que no canta las alabanzas habituales a los logros (algunos evidentes, como la educación y la salud, si bien relativamente) del sistema.
   Afirmación que no es correcta. Al contrario: en la novela de Viera se presentan personajes que se oponen al régimen comunista pero también los que están a su favor. Hay defensores del sistema, creyentes en la utopía, que desgranan párrafos en ocasiones bastante convincentes. No es, por lo tanto, una obra maniquea: ni un alegato furibundo contra un régimen cuyas carencias ya se han señalado obstinadamente, ni un canto a un sistema que se ostenta idílico por encima de realidades más que contradictorias.
   En esta crítica, casi censura, se esconde, agazapada, una concepción limitada de la novela (por lo menos en los términos en que yo entiendo al objeto llamado novela). Es la idea de que la novela debe tener un equilibrio justo entre el bien y el mal, una adecuada corrección política, para que el lector tenga elementos suficientes para normar su criterio.

(Una especie de nueva picaresca cubana. Revista Otro Lunes # 39, enero  2016)

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