Wednesday, July 13, 2016

Félix Luis Viera vs. Francisco López Sacha y la UNEAC

Francisco López Sacha siempre ha sido travieso. Se cuenta que aun durante su infancia allá, en Manzanillo, gustaba cambiar, con alevosía y ventaja, un papalote suyo que ya no volara, no funcionara bien, por otro flamante perteneciente a un niño más pequeño. Esto lo lograba mediante una labia espesa, como dicen; magna labia a tal punto que el chiquitín afectado por el trueque se iba a casa con la total seguridad de que el cambio lo había favorecido.
   Ya de grande, Sacha continuó por ese camino de diablillo juguetón (valga la redundancia). Ya de grande, escritor —cuentista bueno, crítico a veces veleidoso— y funcionario por tramos.
   Sobre todo, según mis experiencias y las de otros colegas, destaca lo de veleidoso —lo cual se inscribe perfectamente en el concepto de travieso— en lo que se refiere a sus trabajos de crítica literaria, sus periodizaciones del cuento o la novela cubanos, y aun de la poesía, si las circunstancias o alguien del Power se lo solicita.
   Ah, qué Sacha este. Lo hemos visto cambiar, en un breve período, sus opiniones sobre un autor, una obra, un cuento, un movimiento literario; cambiar a tal punto que si antes afirmó, digamos, “este texto es excelente”, ahora, de pronto, se desdice y asevera lo contrario.
   Son no más que travesuras. No es de mala fe. Él es así.
   Es diestro Sacha asimismo en guillotinar en algunos de sus trabajos de crítica literaria a un autor que antes reverenciara. Vaya..., que él puede dar a la luz un inventario de cuentistas o novelistas, y allí no está el tipo que antes, si nos atenemos a sus propios elogios, no podía faltar.
   Son travesuras.
   Igual de travieso resulta el manzanillero en eso que llaman “entusiasmo y júbilo revolucionario”. En ocasiones luce muy rojo; en otras, menos; y a veces, hasta medio rosadito.
   Así, tenemos que según la página web de la Biblioteca Nacional José Martí, Librínsula, en días pasados Francisco López Sacha fue tomado por un rapto punzó durante la celebración por el Aniversario 50 de la Creación del Premio UNEAC  de Literatura, evento que se llevó a cabo en la sede de esta organización.
   Dijo el manzanillero acerca del Premio UNEAC de Literatura:
   “Debemos sentirnos orgullosos de tener este premio, de haberlo defendido, de que sea resistente al tiempo, de que esté gobernado por una institución donde todavía somos nosotros, los escritores y los artistas, el gobierno central, quienes decidimos la actualidad de los premios y de las publicaciones. Este es un derecho que nos dio la cultura cubana y que nos dio la revolución».
   No lo tomen por oportunismo, nadie vaya a pensar que con esta alocución encendida, sesgada, anómala, el camarada Sacha comienza a crear las bases para que “los de más arriba” terminen por concederle un carguito sabroso que el travieso añora, o que esté asegurando el chico de Manzanillo el visto bueno de Los Jefes para revisitar ese vertedero imperial que resulta la ciudad de Miami, alberca de gusanos, basural de la escoria.
   Lo digo porque cualquiera podría replicarle al hijo de Manzanillo que bien sabe él que la UNEAC no es “una institución donde todavía somos nosotros, los escritores y los artistas, el gobierno central”, sino que es una organización bajo la égida salarial e ideológica del régimen, el cual, en verdad, es quien decide “la actualidad de los premios y de las publicaciones”. Y que ese “derecho que nos dio la cultura cubana y que nos dio la revolución”, termina en el mismo instante en que algún escritor o artista discrepe de la ideología imperante, impuesta.
   Ah..., qué Sacha este.
   Sin dudas, él está consciente de que “nosotros, los escritores y los artistas”[cubanos], son muchos más de los por él aludidos. Es decir, que allí, como suele decirse, no están todos los que son.
   Él lo sabe. Pero ya lo decíamos, es travieso.
   Tan travieso que en cualquier momento, nadie sabe, vira el rifle y pide que sean considerados por la UNEAC, como debe ser, porque también son cubanos, aquellos escritores y artistas residentes en el extranjero, o que termine para estos y para otros que están “dentro” la censura que, debemos suponer, según las palabras de Sacha, ha sido establecida por “una institución donde todavía somos nosotros, los escritores y los artistas, el gobierno central”.
   Nadie sabe. Creo que el travieso manzanillero sería capaz, en uno de sus sorpresivos golpes de dados, de abogar porque la naranja sea partida al medio. Como es lo justo.
   Esperemos. Esperemos a ver si se le ocurre esa travesura.

(El travieso Sacha. Cubaencuentro, enero 2016)

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