Hace un par de años Guillermo
Rodríguez Rivera al ser entrevistado para La Jiribilla declaraba que “Aquí
nunca hubo una expresión única que fuera la revolucionaria, cosa que sí pasó en
Europa. Aunque el realismo socialista dio algunas cosas interesantes, pero solo
cuando el autor lo eligió él mismo, porque todas las cosas impuestas son malas,
pero en arte son terribles. En Cuba hubo gente que quiso imponerlo, que luchó
por eso, pero jamás se impuso el realismo socialista como política oficial”. Y
lo dice con propiedad porque él mismo hizo su novelita policiaca, “El cuarto
círculo” haciendo uso de su libre albedrío. Y llegó un poco más lejos al
enunciar los principios a partir de los cuales se debía escribir una novela
policiaca socialista:
1. El criminal no es el enemigo de una
víctima personal, sino del Estado (...)
2. (...) El investigador (...) forma parte
de una policía eficaz, bien entrenada y bien equipada técnicamente, y se
distingue por su ‘moral intachable’ que le gana la admiración y el respeto del
pueblo cubano, a quien representa. (...) [El protagonista] se concentra tanto
en seguir la pista del asesino, que no se menciona su esposa hasta la página
235 (la novela tiene 266 páginas). (...)
3. El investigador cubano cuenta con la ayuda
de los ciudadanos cubanos y, sobre todo, de los Comités de Defensa de la
Revolución (...)
4. (...) se subraya la importancia del
trabajo de equipo en la sociedad socialista.(...)
5. El propósito de la obra policíaca no es
sólo divertir, sino también investigar las causas sociológicas y psicológicas
del crimen.
Otro novelista teórico del realismo
socialista fue Manuel Cofiño, que en paz descanse quien también tuvo tiempo de
escribir los principios en los que se había basado para escribir obras maestras
como “La última mujer y el próximo combate”.
-Concepción de un héroe positivo que resume
en su trayectoria vital el compromiso del individuo con el proceso
revolucionario desde adentro del mismo, en una marcada relación dialéctica
entre individuo y sociedad. (…)
-Caracterización tipológica de los
personajes siguiendo el método realista, lo cual no excluye, todo lo contrario
los conflictos propios del mundo exterior, pero se enfatizan aquellos que se
afrontan en el contexto.
–Confección novelesca ajena a la
alegorización y mitificación de la realidad (…) para tender a un plano
significacional directo, desprovisto de afanes ontologizantes acerca de “lo
cubano”.
-(…) Utilización de un lenguaje y de una
estructura que posibilitan un mayor acceso a la comprensión de la obra. (…)
Sobrio manejo de los recursos expresivos de la novela contemporánea (…) sin
pretensiones experimentalistas.
¿Y a los que no les atraía el realismo
socialista como Lezama o Piñera, a qué se dedicaban en los 70? Pues a escribir
obras póstumas.
(El realismo socialista como trabajo voluntario. Blog Enrisco, mayo
2008)
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