-Dirigió un departamento
universitario que buscaba dar con la clave de un marxismo autóctono hasta que a
las más altas esferas les resultaron incómodos sus intentos alquímicos: ya el
marxismo estaba inventado y lo único que había que hacer era importarlo. Fue
clausurada la revista que dirigía y el departamento arrasado por bulldozers. Un
par de décadas estuvo dando tumbos en empleos oscuros hasta que los que lo
defenestraron lo invitaron a que les echara una mano en remendar con parches
nacionalistas la ideología anteriormente intocable. Diligente respondió al
llamado. En el lugar donde antes estuvo el departamento que dirigió sigue
habiendo un cráter inmenso.
-Escribió algún libro que
resultó demasiado escandaloso por detalles que hoy parecerían risibles así que
decidieron castigarlo enviándolo a una planta de fundición de acero o un
almacén de libros, no queda claro del todo. Allí estuvo hasta que vinieron a rescatarlo
más o menos los mismos que habían decidido que debía pasar por el proceso
reeducativo. Lo importante es el entusiasmo con el que hoy afirma y firma que
no hay nada mejor en este mundo que el sistema que ha conducido su vida con
tanta autoridad y que quien contradice dicho sistema no puede ser otra cosa que
un mercenario.
El sistema, si hay alguno, es
golpear a todos por igual lo más duro que se pueda y luego esperar. Siempre
habrá quienes opten por escapar y dedicarse a hacer denuncias que a muchos les
parecerán increíbles. Pero otros resistirán las pruebas hasta que les llegue el
momento de ser recuperados. No se podrán encontrar en el mundo servidores más
fieles que esos.
Moraleja: no siempre Saturno devora a sus
hijos. A veces tras masticarlos un rato los escupe para entonces encontrarlos
mucho más obedientes que al principio.
(Sistema. Blog Enrisco, enero 2011)
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