Friday, April 15, 2016

Diario de Cuba vs. Miguel Barnet

Tres veces presidencial —presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la Asociación Nacional de Chihuahuas y de la Fundación Fernando Ortiz—, aquí solo nos ocuparemos de la primera de esas tres jefaturas de Miguel Barnet.
   La presidencia de la UNEAC supone alguna biografía literaria o artística, y la suya resulta curiosa. Debe Barnet su fama a un libro compuesto a partir de los recuerdos de un anciano negro que fue cimarrón, y el resto de su obra literaria es, cuando no prescindible, detestable.
   Varias son las versiones acerca de cómo el joven Barnet se apropió de la vida del cimarrón Esteban Montejo, y todas incluyen el latrocinio. En una de esas versiones,  aprovechando la Campaña Nacional de Alfabetización, Barnet lleva en la mano un farol chino, una boina en la cabeza y la mayor cara posible de joven alfabetizador. Consigue así que Esteban Montejo escriba los hechos de su vida en un cuaderno escolar, y luego él pasa en limpio ese escrito, lo adorna un poco y saca de ahí su libro. Por lo demás, un falso título de etnólogo le permitirá hacerse de la herencia intelectual de Fernando Ortiz, y la cría de un perrito insoportable de ojos saltones lo conduce a presidir la asociación de propietarios felices de perritos insoportables como el suyo.
   En verdad, no fue por cariño alguno que Miguel Barnet se apegó a su primer chihuahua, sino por esa posibilidad de llegar a ser jefe, que es llegar a ser alguien. Para eso ha escrito él los libros que ha escrito, para llegar a presidir la UNEAC. ¿O acaso tener la más grande oficina de una casona del Vedado y llevar un perrito de la mano no es convertirse en el hombre nuevo que Guevara soñó? (No Ernesto, sino Alfredo.)
   El pasado abril, en su discurso inaugural del VIII Congreso de la UNEAC, Miguel Barnet se envolvió en la bandera, se roció gasolina y prendió el fósforo de esta frase: "La UNEAC es el Moncada de la cultura".
   Muchas son las interpretaciones que caben para tan poético pensamiento. La poesía, bien lo saben aquellos que acostumbran a leerla, se vale de múltiples significados para volver locos a quienes exigen una lectura única. ¿Quiso decir Barnet que la UNEAC es un cuartel militar? ¿Quiso decir que era el intento terrorista de asaltar un cuartel? ¿O que era un fracaso sobre el que habría que insistir hasta sacar de él algo?
   Más que elegir alguna posibilidad entre las muchas que el talento poético de Barnet nos propone, habría que considerar la agazapada ambición que esconden esas palabras. Porque, tres veces presidente como es él, cualquier cosa que vaya a ser la UNEAC lo será bajo su égida.

(Solavayas del año [II]. Diario de Cuba, diciembre 2014)

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