Tres veces
presidencial —presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC),
de la Asociación Nacional de Chihuahuas y de la Fundación Fernando Ortiz—, aquí
solo nos ocuparemos de la primera de esas tres jefaturas de Miguel Barnet.
La presidencia de la
UNEAC supone alguna biografía literaria o artística, y la suya resulta curiosa.
Debe Barnet su fama a un libro compuesto a partir de los recuerdos de un
anciano negro que fue cimarrón, y el resto de su obra literaria es, cuando no
prescindible, detestable.
Varias son las
versiones acerca de cómo el joven Barnet se apropió de la vida del cimarrón
Esteban Montejo, y todas incluyen el latrocinio. En una de esas versiones, aprovechando la Campaña Nacional de
Alfabetización, Barnet lleva en la mano un farol chino, una boina en la cabeza
y la mayor cara posible de joven alfabetizador. Consigue así que Esteban
Montejo escriba los hechos de su vida en un cuaderno escolar, y luego él pasa
en limpio ese escrito, lo adorna un poco y saca de ahí su libro. Por lo demás,
un falso título de etnólogo le permitirá hacerse de la herencia intelectual de
Fernando Ortiz, y la cría de un perrito insoportable de ojos saltones lo
conduce a presidir la asociación de propietarios felices de perritos
insoportables como el suyo.
En verdad, no fue por
cariño alguno que Miguel Barnet se apegó a su primer chihuahua, sino por esa
posibilidad de llegar a ser jefe, que es llegar a ser alguien. Para eso ha
escrito él los libros que ha escrito, para llegar a presidir la UNEAC. ¿O acaso
tener la más grande oficina de una casona del Vedado y llevar un perrito de la
mano no es convertirse en el hombre nuevo que Guevara soñó? (No Ernesto, sino
Alfredo.)
El pasado abril, en
su discurso inaugural del VIII Congreso de la UNEAC, Miguel Barnet se envolvió
en la bandera, se roció gasolina y prendió el fósforo de esta frase: "La
UNEAC es el Moncada de la cultura".
Muchas son las
interpretaciones que caben para tan poético pensamiento. La poesía, bien lo
saben aquellos que acostumbran a leerla, se vale de múltiples significados para
volver locos a quienes exigen una lectura única. ¿Quiso decir Barnet que la
UNEAC es un cuartel militar? ¿Quiso decir que era el intento terrorista de
asaltar un cuartel? ¿O que era un fracaso sobre el que habría que insistir
hasta sacar de él algo?
Más que elegir alguna
posibilidad entre las muchas que el talento poético de Barnet nos propone,
habría que considerar la agazapada ambición que esconden esas palabras. Porque,
tres veces presidente como es él, cualquier cosa que vaya a ser la UNEAC lo
será bajo su égida.
(Solavayas del año [II]. Diario de Cuba, diciembre 2014)
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