Al margen de cualquier apasionamiento, consideración ideológica y/o defensa de Edel Morales (que no la necesita), mi amigo y hermano generacional y a quien considero poeta, mejor poeta que muchísimos (sean habaneros, del interior o de la llamada "diáspora") con títulos honoríficos y premios de la crítica y casas de... y azoteas de... y un burujón puñao de cosas más.
Paul de USA, (para ensañarme yo también con este bebé a quien no conozco ni quiero ya) como debiera llamarse este muchachito santiaguero que se olvida en su insolencia que es gente leída porque estudió en la Escuela 26 de Julio y en la Universidad, admirador del Nietszche zaratustriano, me deja perplejo con esa andanada de improperios contra la bandera cubana, Byrne y el copón divino. Parecería que Edel le ha hecho algo malísimo, no sé, le ha quitado un viaje o alguna fruslería de esas que pone a la gente de esta calaña o estirpe de viles como frenética ¿no?
Por otra parte, la bandera cubana, fea, mediocre o bonita, necesaria o no, no la inventaron los comunistas contra los que arremete, ni la inventaron las gentes de La Jiribilla.
Esa (y toda) bandera merecería más respeto, creo yo.
La verdad es que me da mucha pena, y no merece que se le responda. Yo sé que todos tenemos derecho a opinar, pero la alevosía, el ensañamiento y lo errático para beneficiarse, que de seguro lo hará, me asquea, me hace descreer en lo que Martí decía del mejoramiento humano. Y miren que soy yo el que digo esto, y ustedes saben cómo pienso, cómo soy.
Si hablara de que Edel es mal poeta y desmembrara su obra poética, yo no estuviera tan cabrón. No me importa que el susodicho se entere de lo que opino acerca de su escritico mediocre. Igual ya es pasto del olvido.
(Circulado por e-mail, 2005)
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