“(…) He leído, con la cólera que es de suponer, la perversidad de Carpentier llamada Consagración de la primavera. Es el libro que Castro le venía exigiendo desde hace mucho tiempo para considerarlo integrado. Es la habitual difamación precastrista, donde según estos monstruos todo era malo. Sólo pintan la parte negativa, para complacer a los comunistas y a todos los hijitos de la Gran Bretaña (como el señor Hugh Thomas, que es textualmente hijo de ese país), que no perdonan a Cuba libre ser lo que era. Esta novela de Carpentier, donde la protagonista nace, simbólicamente, en Bakú, verdadera cuna de Alexei, gustará muchísimo aquí a los que no perdonan el 98, y en el resto del mundo a todos los envidiosos de la maravilla de Cuba.
El crimen de este Alexei está en hacerse el que cree que Cuba era solamente eso que él pinta ahí, cuando todos sabemos que sí, que había muchas cosas malas, como en todas partes donde haya humanos, pero en cambio, si se actúa de buena fe, se tiene que reconocer que jamás, jamás, jamás, faltó en Cuba, en ningún momento de la historia de la República precomunista, la denuncia del mal, la protesta, la queja, que revelaban el verdadero anhelo del cubano de la República, que quería una gran patria. Canalladas como esta de Alejo ayudan mucho a Castro, que justifica todos sus crímenes pintando un país que, según esa pintura, merecía ser destruido.
De todos modos, como este malvado tiene su gracia literaria, hay momentos de evocación habanera, de recuerdo de las viandas, etc., que valen la pena de tomarse el resto del purgante. Maltrata a Batista, a quien tanto le debió siempre (recuerda que él era el favorito cuando lo de la estación CMZ y el Teniente Morales, etc, y maltrata a Pérez Jiménez, a quien le cogió hasta la respiración, pues como bien sabemos, a Alexei le gusta el dinero más que el cacao”. (…)
(Reproducido en Penúltimos Días, Ene. 2014)
No comments:
Post a Comment