Cuando leí el anuncio de que Reynaldo González, Leonardo Padura y Senel Paz iban a juntarse en un panel titulado "Tan cerca y tan lejos. Literatura cubana de autores residentes fuera del país", supuse que esos tres escritores hablarían de libros, citarían nombres, ofrecerían (aunque fuese incompleto o inexacto) un panorama de cuanto publican los escritores exiliados. Sin embargo, las filmaciones del panel que he visto desmienten tal suposición. Antes que de literatura, el debate trata de políticas editoriales. Allí se habla, no de la literatura de autores residentes fuera del país, sino de la gestión de esa literatura desde La Habana. "¿Cómo gestionar la literatura del exilio?", debió ser titulado.
González, Padura y Paz, ¿desde dónde hablan? Al parecer, ninguno de ellos figura en la mesa como escritor. Actúan, no como lectores de las obras de colegas lejanos (con toda la generosidad o rispidez que quepa en la lectura entre colegas), sino como posibles editores, censores o impresores de esas obras. Consideran los modos de acercar al lector en Cuba libros de exiliados, advierten lo complicado de la gestión: derechos de autor, billetes de avión, invitaciones… Forman, antes que una mesa de debate, una junta de importadores.
González, Padura y Paz son voceros de la política cultural, comisarios culturales. Aunque afirmar que defienden una ejecutoria oficial de más de medio siglo, sería difamarlos. Hablan institucionalmente, sí, pero en nombre de nuevas costumbres, de una política de acercamiento y no de exclusiones. Lo aclara desde el inicio Reynaldo González: "Dentro de Cuba se está viviendo realmente una búsqueda de cambios saludables para el país". Y puntualiza: "El país implica a todos los cubanos, a la larga".
Padura lo explica mejor: "Es inadmisible desde cualquier punto de vista considerar que la política o la filiación política de un escritor como un invalidante para su pertenencia nacional". Allí donde González intenta ser esperanzador, Padura se muestra tajante. No admite justificación alguna para las exclusiones, y en un momento del diálogo alude a derechos que están por encima de la actual Constitución. (Senel Paz modera débilmente. Podría aventurarse que hay diferencias entre los de la mesa, aunque ninguno objete al otro, ninguno contradiga abiertamente. El debate arroja, más bien, unanimidades.)
(¿Cómo gestionar desde La Habana la literatura del exilio?, Diario de Cuba, febrero 2012)
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