Monday, November 3, 2014

Virgilio Piñera vs. Gastón Baquero (3)

En el campo literario, el papel del baquerista consiste en estar con Dios y con el Diablo. En el fondo es un canalla, pero se las arregla para pasar por persona decente. ¿Cómo efectúa tal operación? ¿Cómo esta doble vida puede mantenerse y hasta llevarse con un desenfado que raya en el descoco? Hasta la Revolución, en Cuba no existía ningún tipo de conciencia y mucho menos de convicción moral. La política significaba prebendas, neportismo, asalto a las arcas nacionales; el pueblo era el ciego instrumento o el engaño perpetuo para enriquecer a unos pocos. En cuanto al pensamiento, nada hemos visto tan bajo, tan sórdido, tan vendido. La consigna era ésta: “Elógiame, que yo te elogiaré”. Aunque uno se resista a creerlo, era en el campo literario donde podían hacerse las mayores vilezas. Para ello se partía de algo que ya se consideraba desde tiempo antes como axiomático: la literatura, no es nunca un compromiso; es más bien un juego o un pretexto para otros juegos más siniestros. En efecto, se jugaba todo: la condición de escritor (caso de Baquero), la propia estimación intelectual (caso de Ichaso), los escrúpulos morales (Fernando Ortiz, Medardo Vitier, Ramiro Guerra, José María Chacón y Calvo), la seriedad del crítico (Rafael Marquina). Y estos juegos alcanzaron una boga tan grande, se hicieron tantas jugadas sucias que la literatura terminó por ser poco menos que una piltrafa. Y no es que diez o doce escritores no estuvieran dedicados a escribir con la debida honestidad pero sus esfuerzos se perdían (por el momento) en el maremágnum del baquerismo. Buen ejemplo de lo que digo es la actitud de Baquero frente a la revista Orígenes, cuando ésta perdió la subvención oficial, y subsiguientemente el apoyo económico de Rodríguez Feo. Dejó sencillamente que se hundiera. Además, ¿qué valor moral podría tener para la gente de Orígenes el dinero de Baquero o una palabra de aliento, si al mismo tiempo él dedicaba en La Marina artículos encomiásticos a Leónidas Trujillo?

(El baquerismo literario, Revolución, Jul. 1959)

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