Una de las lecturas más indignantes y miserable que se hicieron en la UNEAC fue la efectuada por Cintio Vitier en el año 1969. Aquélla fue calificada por nosotros, los escritores clandestinos, como la conversion de Cintio Vitier. De repente, aquel hombre que durante todos aquellos años había estado criticando la Revolución y se había negado en gran medida a publicar bajo el regimen de Castro, ahora se declaraba más castrista que el propio Castro y leía largos poemas inspirados en la recogida de café y en el corte de caña. La oficialidad cubana estaba allí amparando a Cintio: Retamar, Guillén, Raúl Roa.
Indiscutiblemente, ya Cintio sabía de qué lado soplaban los vientos politicos y quería ponerse a buen recaudo. Era la actitud típica del católico reaccionario, la actitud típica de la misma Iglesia Católica; siempre del lado de los poderosos y traicionando a los humildes.
(Antes que anochezca. Tusquets, 1992)
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