Esta
mujer santiaguera que fue “bautizada” con el nombre de Teresa y con apellido
Melo es, según el sitio digital Cubadebate, filósofa, aunque no hiciera otra
cosa para acercarse a la filosofía que estar sentada en un aula universitaria
en la que de vez en cuando examinaban sus saberes sobre filosofía. Yo
desconozco sus calificaciones en esa materia, no sé cuál fue el tema de su
tesis, pero sí estoy seguro de que jamás escribió, como sí hizo Kant, Crítica
Del Juicio y tampoco Crítica De La Razón Pura.
Dicen en Cubadebate que Teresa es filósofa,
sin que antes pensaran que para otorgar tal “distinción” habría que escribir
antes “Así hablaba Zaratustra” como hizo Nietzsche para que lo tildaran luego,
con muchísima razón, de filósofo. Ella no se devanó los sesos escribiendo la
“Fenomenología del espíritu” que consiguió que Hegel fuera imprescindible y muy
nombrado siempre que de filosofía se trataba. En fin que hasta hoy no sabemos
porque es considerada como filósofa, en una isla donde el calor enorme, el sol
ardiente y la indigencia de nuestras mesas a la hora de las comidas,
consiguieron que jamás nos naciera un gran filósofo.
La filosofía no compagina con el calor, la
filosofía se da mejor en la nieve que lleva al encierro y la quietud, pero aun
así a ella la tildan de filósofa. ¡Cuánta irresponsabilidad Dios mío! ¡Cuánto
descalabro! Teresa no es filósofa, ella solo escribió algunos libros de poemas
prescindibles. Ella es una santiaguera que se aferró con fuerza a La Habana y
que sufrió mucho cuando, y no sabemos por qué, prescindieron de su dirección de
la revista Cúpulas que se hacía en el Instituto superior de arte, ISA. Guardo
el recuerdo de aquellos días en los que se sujetó a esta ciudad y no quería
volver a Santiago y se quejaba hasta el desfallecimiento porque prescindieron,
los comunistas claro, de sus servicios como directora de Cúpulas. Recuerdo
aquellos días en los que me visitaba con frecuencia en el solar, recuerdo
cuánto quería quedarse en La Habana, y no irse a la heroica Santiago de Cuba.
Y no se fue, permaneció por acá mucho tiempo
más sin que hiciera el viaje a la “indómita” Santiago de Cuba. Y esa Teresa
escribe ahora en el Granma, a ella, como a Miguel Barnet, le publican un
“poema” en el diario del Partido Comunista de Cuba, aunque el periódico no
tenga ninguna vocación por la poesía, y desconozco si “por ese enhebro ella
cobra”. A Teresa le publican un poema que, según dice un joven amigo, es más
“malo” que el de Miguel Barnet, y también le entregan una réplica del machete
de Máximo Gómez, y por eso ella ataca y escribe Adentro/Afuera creyendo
que hace versos con diatribas. Ella enfrenta a quienes, como ella, defienden a
la “revolución” con los que no le hacen loas, y la juzgan.
Teresa Melo supone que enfrenta al mal y que
se sitúa en el “trono del bien”, sin darse cuenta que a ella no le toca ningún
trono y que si le tocara, al menos en un juego, cuando en él se siente y mire
arriba, descubrirá entonces la espada de Damocles y supondrá que se le viene
encima, que si permanece debajo de ella podría caerle justo sobre la cabeza, y
dividírsela en dos, y ya no importarán las diatribas que escribiera contra
alguien que dice haber querido y que dejó de querer porque escogió un camino
contrario al suyo.
A esta “mujer con machete” le encantan las
oposiciones, hacer notar a los contrarios después de situarse en el sitio más
conveniente. Lo suyo es: “o adentro o afuera”, le encantan los divorcios,
establecer distancias insalvables, atender a esas diferencias que subraya
fervorosa. A ella le encanta la oposición, la blanda claro, esa que la lleva a
enfrentar a la restauración de la “Sagrada familia” que casi fue devastada por
las llamas, con la Amazonía asolada también por el fuego, sin que sea capaz de
asumir que tan importante es el cielo como el suelo, sin notar que por tanto
palabrerío soso únicamente recibió un comentario de un tal Vitico que dijo:
“Muy bonito y profundo”; al parecer Vitico acababa de escuchar al Benny
cantando: “pero qué bonito y sabroso bailan el mambo las mexicanas”.
Esta señora debía apaciguar su espíritu,
debía recordar que alguna vez dejó dejo de ser, y no por su voluntad, la
directora de la revista Cúpulas, y que también podría quedar atrás su época de
mujer con machete, que la espada de Damocles, esa que se empeña siempre en
hacer advertencias, podía caerle encima si se mueve un poquitico, y de muy poco
servirá que desenfunde su machete, porque la espada es implacable. Ella debería
notar, leyéndose claro, que antes tuvo una escritura un poquitín más bondadosa,
y que esas exaltaciones, esas bravuconerías “revolucionarias” que se empeñan en
denostar, terminarán volviéndola más amarga de lo que ya es, y peor poeta, debí
escribir poetisa.
Ojalá que su intolerancia revolucionaria y
partidista, que sus reclamos a los que no comulgan con ella y su revolución, se
apacigüen un poco, que se ponga a escribir en paz, que reciba a la poesía y no
a las tontas y ridículas diatribas que hoy le hacen rasguñar el papel y hasta
su alma. Ella debería ocuparse en lo que realmente empaña a Cuba y a su gente,
entender que el Granma no es lugar para la poesía y que lo que allí publica no
son poemas. Esta señora debería entender que está propiciando el odio contra
quienes, alguna vez, fueron sus colegas de aventura, que sus diatribas exaltan
el odio y ponen, a algunos, en la cárcel. Alguien más debería recordarle…, y
recordarla, y pensar que su voz es cada vez más grave, y eso no es bueno, que
incluso la podría llevar a la afonía, y perder su voz para siempre. Pobre esta
mujer que lo está perdiendo todo creyendo que está “adentro”, cuando en
realidad está muy “afuera”, muy lejos de la verdad, y aunque parezca
panfletario, de la justicia. Esta pobrecilla no volverá a encontrar el camino
de la poesía, porque se convirtió en policía, infelizmente ella no comentará en
el Granma que Díaz-Canel llegó al Palacio de las Convenciones con el discurso
ya escrito, mucho antes de que los diputados se encerraran en las urnas a
decidir quién sería el presidente de la república, sin que la “Asamblea
nacional” lo hiciera público.
(Teresa
Melo, de la poesía a la policía. Cubanet, octubre 2019)
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