Tuesday, October 18, 2016

Luis Cino vs. Pablo Armando Fernández

Alguna vez Guillermo Cabrera Infante calificó a  Pablo Armando Fernández como “un poeta menor”. Habría que ver qué calificación le hubiera dado de leer “Héroes inmarcesibles” y “Números reveladores”, los dos poemas  para Fidel que añadió Pablo Armando a su crónica en La Jiribilla con motivo del cumpleaños del Comandante.
   Donde hay casi tantos  poetas menores y francamente malos como guatacas, Pablo Armando, que es un hombre agradecido, tiene atenuantes para los adulones versitos y su fidelidad fidelista.
   El poeta lamenta no haber tenido con Fidel Castro “una amistad en el sentido de compartir el tiempo que para eso se necesita”, pero no fue necesario. El Jefe perdonó las debilidades e indignidades de sus tiempos en Lunes de Revolución. Aquellos pecadillos -y otros que no vienen al caso- le costaron ser marcado y condenado al ostracismo durante el quinquenio gris y un poco más allá. Pero andando el tiempo y grande que es esta revolución, Pablo Armando fue rehabilitado, recibió el Premio Nacional de Literatura y la correspondiente pensión en divisas. Y lo que es más: el Comandante le celebró por todo lo alto su cumpleaños 60.
   En su amorosa crónica de La Jiribilla, el poeta recuerda que el  homenaje se debió a la mediación de Miguel Barnet, Celestina de cake y velitas, durante una recepción del Premio Casa de las Américas en el Palacio de las Convenciones, en 1990.
   Ya para entonces, el Máximo Líder sólo reprochaba a Pablo Armando que tomara siempre Johnny Walker en vez de whisky  cubano. Falta no tan grave y que incluso podía servir -junto con el buen inglés que domina- para reforzar su atención a las personalidades yanquis en plan de turismo político en Cuba.
   El cumpleaños se lo celebraron poco después, con bastante whisky y todo lo demás, en el Palacio de las Convenciones. Según el poeta: “fue una fiesta bellísima”. Refiere que cuando el Comandante le preguntó cómo se sentía, le contestó: “soy el hombre más feliz de la Tierra, usted es el que debería tener un cumpleaños como este, pero no tiene un Fidel Castro que se lo haga”.
   Pero como aduladores tiene bastantes, en 1996, Barnet, quien parece disfrutar mucho las fiestas de cumpleaños cuando son de altura, propuso celebrar el cumpleaños 70 del Comandante en casa de Pablo Armando Fernández. Ni decir que el autor de “Los niños se despiden” acogió la idea con entusiasmo.
   No imaginen que fue una fiesta con todos los hierros. Modestos que son ellos, fue más bien un motivito. Hace años habló de aquel cumpleaños en el programa Mesa Redonda el hoy defenestrado Felipe Pérez Roque, que fue invitado a la fiesta porque  por entonces era “el que mejor interpretaba el pensamiento de Fidel”.
   Según Pérez Roque, que no disimulaba su desprecio por el pueblo, especialmente si era de piel oscura, cuando llegaron a casa de Pablo Armando había un apagón y en la calle estaban paradas “unas negras gordas”. El agasajado y sus invitados celebraron con un cake, croquetas, y siempre según Felipito, “ron del malo, de ese que venden en la bodega”.
   El Comandante, luego de compartir un rato con sus amigos, partió raudo porque lo  esperaban a cenar. Como Pablo Armando Fernández estaba sin whisky y producto del apagón tampoco tenía los cubitos de hielo con que aprendió a beberlo en New York, se quedó con las ganas de declamar ante su amado líder los poemas que había preparado para la ocasión. Tal vez sean las mismas rimas, infumables y vomitivas, que 15 años después publicó en La Jiribilla con motivo del cumpleaños del Máximo Líder. No sé qué hubiera dicho Cabrera Infante. Prefiero no imaginarlo.
   Por mi parte, me ofendería si alguien me dedicara semejantes versitos. Lo tomaría como una burla. No sé si el Comandante, que debe estar acostumbrado a las guataquerías, perdone los versitos de Pablo Armando. La poesía no debe ser el fuerte del Líder. Pero, hombre de experiencia, debe saber que a veces en los lances amorosos, el exceso de entusiasmo puede provocar disfunciones y otros desastrosos resultados. También a los poetas. Por muy fieles que sean.

(Los versitos de la fidelidad fidelista de Pablo Armando. Cubanet, septiembre 2011)

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