Alguna vez Guillermo Cabrera
Infante calificó a Pablo Armando Fernández
como “un poeta menor”. Habría que ver qué calificación le hubiera dado de leer
“Héroes inmarcesibles” y “Números reveladores”, los dos poemas para Fidel que añadió Pablo Armando a su
crónica en La Jiribilla con motivo del cumpleaños del Comandante.
Donde hay casi tantos poetas menores y francamente malos como
guatacas, Pablo Armando, que es un hombre agradecido, tiene atenuantes para los
adulones versitos y su fidelidad fidelista.
El poeta lamenta no haber tenido
con Fidel Castro “una amistad en el sentido de compartir el tiempo que para eso
se necesita”, pero no fue necesario. El Jefe perdonó las debilidades e
indignidades de sus tiempos en Lunes de Revolución. Aquellos pecadillos -y
otros que no vienen al caso- le costaron ser marcado y condenado al ostracismo
durante el quinquenio gris y un poco más allá. Pero andando el tiempo y grande
que es esta revolución, Pablo Armando fue rehabilitado, recibió el Premio
Nacional de Literatura y la correspondiente pensión en divisas. Y lo que es
más: el Comandante le celebró por todo lo alto su cumpleaños 60.
En su amorosa crónica de La Jiribilla, el poeta recuerda que
el homenaje se debió a la mediación de
Miguel Barnet, Celestina de cake y velitas, durante una recepción del Premio
Casa de las Américas en el Palacio de las Convenciones, en 1990.
Ya para entonces, el Máximo Líder
sólo reprochaba a Pablo Armando que tomara siempre Johnny Walker en vez de
whisky cubano. Falta no tan grave y que
incluso podía servir -junto con el buen inglés que domina- para reforzar su
atención a las personalidades yanquis en plan de turismo político en Cuba.
El cumpleaños se lo celebraron poco
después, con bastante whisky y todo lo demás, en el Palacio de las
Convenciones. Según el poeta: “fue una fiesta bellísima”. Refiere que cuando el
Comandante le preguntó cómo se sentía, le contestó: “soy el hombre más feliz de
la Tierra, usted es el que debería tener un cumpleaños como este, pero no tiene
un Fidel Castro que se lo haga”.
Pero como aduladores tiene
bastantes, en 1996, Barnet, quien parece disfrutar mucho las fiestas de
cumpleaños cuando son de altura, propuso celebrar el cumpleaños 70 del
Comandante en casa de Pablo Armando Fernández. Ni decir que el autor de “Los
niños se despiden” acogió la idea con entusiasmo.
No imaginen que fue una fiesta con
todos los hierros. Modestos que son ellos, fue más bien un motivito. Hace años habló
de aquel cumpleaños en el programa Mesa Redonda el hoy defenestrado Felipe
Pérez Roque, que fue invitado a la fiesta porque por entonces era “el que mejor interpretaba
el pensamiento de Fidel”.
Según Pérez Roque, que no
disimulaba su desprecio por el pueblo, especialmente si era de piel oscura,
cuando llegaron a casa de Pablo Armando había un apagón y en la calle estaban
paradas “unas negras gordas”. El agasajado y sus invitados celebraron con un
cake, croquetas, y siempre según Felipito, “ron del malo, de ese que venden en
la bodega”.
El Comandante, luego de compartir
un rato con sus amigos, partió raudo porque lo
esperaban a cenar. Como Pablo Armando Fernández estaba sin whisky y
producto del apagón tampoco tenía los cubitos de hielo con que aprendió a
beberlo en New York, se quedó con las ganas de declamar ante su amado líder los
poemas que había preparado para la ocasión. Tal vez sean las mismas rimas, infumables
y vomitivas, que 15 años después publicó en La
Jiribilla con motivo del cumpleaños del Máximo Líder. No sé qué hubiera
dicho Cabrera Infante. Prefiero no imaginarlo.
Por mi parte, me ofendería si
alguien me dedicara semejantes versitos. Lo tomaría como una burla. No sé si el
Comandante, que debe estar acostumbrado a las guataquerías, perdone los
versitos de Pablo Armando. La poesía no debe ser el fuerte del Líder. Pero,
hombre de experiencia, debe saber que a veces en los lances amorosos, el exceso
de entusiasmo puede provocar disfunciones y otros desastrosos resultados.
También a los poetas. Por muy fieles que sean.
(Los versitos de la fidelidad fidelista de Pablo Armando. Cubanet,
septiembre 2011)
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