Wednesday, August 24, 2016

Yoandy Cabrera vs. los negadores de Orígenes

Sin embargo, el coloquialismo militante y oficialista de los sesenta y setenta (aunque no todo el coloquialismo fue de este tipo ni estuvo ajeno al tropologismo y al intimismo), ha pasado en general y no queda en el recuerdo precisamente como una ganancia. Y mientras un proyecto tan reciente como Diáspora(s) necesita ser rescatado, además de que su conocimiento en los predios culturales hispanoamericanos sigue siendo limitado, Orígenes (a pesar de sus más de 70 años de rodar) no necesita rescate, le basta con sus obras y el trabajo continuo de sus detractores. Aunque claro, dentro y fuera del grupo también ha tenido sus grandes exégetas así como sus mejores cuestionadores.
   No es que esa generación de escritores y artistas sea incuestionable, al contrario, no lo es y en muchos aspectos. El problema (más bien el síntoma) está en la necesidad de nombrar a Orígenes después de más de siete décadas de su fundación para poder tener algún tipo de atención, para contar con un antagonista de peso. Pero esa estrategia nos la enseñó el propio grupo por medio de autores como Virgilio Piñera y Lorenzo García Vega.
   Orígenes no sólo pretendió y difundió su cosmos teleológico, también mostró su caos fundador, su propia negación. En los Orígenes también fue el caos.
   Orígenes, entonces, parece ser la eterna generación de la poesía cubana, si no la única del siglo XX y lo que va del XXI. Con frecuencia hasta hoy los que quieren imponerse lo hacen oponiéndose a los origenistas, comparándose con el grupo, y eso, más que denigrarlos, les da vida.
   Porque hasta los muertos de Orígenes -principalmente los muertos de Orígenes- están más vivos que todos sus detractores.
   Y ese es su triunfo.

(El Grupo ORÍGENES entre el ninguneo y la negación. Blog El Jardín de Academos, febrero 2015)

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