Thursday, September 3, 2015

Norge Espinosa vs. homófobo anónimo

¿Qué temor político despierta la homofobia de este sujeto enmascarado, anónimo en un país donde afortunadamente, y no pocas veces a riesgo de ser aún más despreciados de lo que lo fueron en sus silencios, los escritores homosexuales han comenzado a arrancarse los antifaces para decir que su amor sí "puede decir su nombre"? ¿Cómo recuperar verdaderamente el legado de Piñera, Lezama, Casey, Sarduy, Ballagas, Arenas y otros si desde el subterfugio de un anónimo se ataca así a una parte del cuerpo sociocultural que finalmente el Cuerpo de la Nación, no sin estremecimientos ni incomodidades, comienza a reconocer como suyo? ¿Por qué no le preocupa, digamos, el modo en que escritores no homosexuales echan mano a fábulas de escarceos homoeróticos para implantar su nombre en ciertos mercados, cosa que ocurre no solo en La Habana o Matanzas? ¿Por qué no le preocupa el que este país siga dando la espalda a la difusión concreta de las nuevas corrientes teóricas y literarias que fundan un concepto preciso de literatura homoerótica, y propaga en cambio visiones superficiales de esos segmentos de nuestras letras dando rango de especialistas a personas que apenas saben lo que es en verdad el ámbito de las letras? ¿Por qué no le preocupa la inestable legalidad de los cientos de homosexuales que noche tras noche viven sus vidas a riesgos de multas o persecuciones? ¿Por qué no le preocupa el otro ghetto, el de los heterosexuales, que en una medida muchísimo mayor que la que pudieran alcanzar cinco Lauras o diez Alfredos de los aquí denuncia, han dictaminado políticas editoriales que hasta no hace mucho discriminaban esa clase de creaciones literarias que pudieran ahondar en las complejidades de lo homoerótico? ¿Qué clase de persona pervive tras ese anónimo que es capaz de poner el grito en el cielo por estas cosas, y no es capaz de poner su nombre en limpio para manifestarse?

(Publicado en la red, 2007)

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