La narrativa de Leonardo Padura es mediocre, o “medialuna”. Pero no tanto como sus opiniones acerca de la misma literatura, la historia y la política. Que, además de ser mediocres, son cretinas.
No obstante, cuando asomaron las primeras críticas porque aquellas supuestas “arduas investigaciones históricas” que él habría realizado sobre Trotsky en verdad podían encontrarse en cualquier biblioteca pública de Estados Unidos, México y España, Padura tuvo el pudor de rebajar su propia expectativa y declarar que “yo escribo básicamente para un público cubano”. Es decir, para un público que por carecer de información suficiente sobre algunos temas que el poder ha considerado sensibles, se le puede mentir. Si el propio autor no tiene la honestidad de renunciar a hacerlo.
(Ninoska sobre Padura: ¿Insolencia o ingenuidad? Blog Emilio Ichikawa, octubre 2013)
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