Uno de los libros de crítica
literaria más deficientes escrito en los últimos años en Cuba es Mirar a los lados. Dos zonas de la poesía
cubana de los 90 de Juventina Soler Palomino. Es el peor análisis dedicado
a la poesía finisecular cubana que conozco. Y sus limitaciones están
principalmente en el pretendido lirismo totalmente desajustado e infeliz, y en
la aparente profundidad analítica que se queda en elipsis seudorretórica, sin
llegar a decir nada en concreto las más de las veces. Me ahorraré ejemplos,
basta ojear cualquier página.
Este pequeño volumen evidencia la falta de
criterio, filtro y revisión que se padece en algunas editoriales cubanas y de
provincia, de lo que no están exentas a veces las editoriales más importantes
del país (en el prólogo, Emmanuel Tornés informa que una versión más ampliada
del estudio de Juventina saldría en una casa editora nacional).
El fenómeno de las "ediciones
Rizo", al que se refiere Soler reiteradamente, no es en sí la causa de la
falta de valor literario de ciertas propuestas, sino la idea absurda de que se
debe publicar cualquier cosa sin que un consejo editorial cualificado,
competente pueda corregir, orientar la reescritura y la revisión de problemas
evidentes de redacción y de coherencia. Pero posiblemente en la provincia
Granma la propia Soler sea una de las voces (supuestamente) más autorizadas, y
ya eso es un problema. Téngase en cuenta que la autora es miembro de la UNEAC.
Que un investigador como Emmanuel Tornés acceda a hacer el prólogo del libro
sin señalar estas limitaciones es otro síntoma terrible del estado indigente
actual del ejercicio crítico en ciertos predios insulares.
(…)
Dentro de ese matorral discursivo que se
mueve entre el disparate y lo naif, hay unas (pocas) ideas rescatables. En el
primer ensayo, titulado "La poesía cubana actual: una mirada desde las
redes", la autora se refiere a un fenómeno que me parece atendible e
importante para comprender la poesía cubana de 1959 al presente: "libros
que fueron escritos en un momento y aparecen en otro que muchas veces no tienen
nada que ver con su contexto" (pp. 23-24). Por lo demás, es preferible
leer la poesía de Nelson Simón y de Antonio José Ponte directamente que
remitirse a estas tautologías y glosas anodinas.
En el caso del segundo texto, titulado
"La palabra tras la doble realidad. Poesía femenina", aunque el
número de autoras analizado es superior, en ocasiones se logra una mayor
claridad expresiva. Sin embargo, a veces se cae en el error de dividir lo
femenino y lo masculino de forma arbitraria e inoperante desde mi punto de
vista.
Abunda en su discurso una adjetivación
disparatada y aleatoria ("es el encuentro revelado a través de la mística
inaplazable del verbo", p. 31). Muchas veces los poemas que cita la
ensayista parecen explicar sus ideas, cuando debiera ser a la inversa. La
relación entre lo sociohistórico y la poesía no llega a ser orgánica en el
libro, no logra conjugarse (pp. 44-49, 60-61). Además, el texto está plagado de
lugares comunes de la crítica literaria.
(…)
Es una pena que una de las pocas personas que
ha pretendido sistematizar en un volumen ciertas zonas de la poética de los
autores de los años 90 no cuente con las herramientas ni con la capacidad de
análisis necesarias. Pero a veces las buenas intenciones no son suficientes. A
ratos este estudio es como un trabajo de clases con lecturas críticas, teóricas
y poéticas que superan la competencia analítico-discursiva de la autora. Soler
parece tener algunas cosas que decir, lástima que las formas oscurezcan,
desvirtúen sus ideas.
El corpus poético que la autora intenta
abarcar y sistematizar sobrepasa sus habilidades exegéticas. Soler Palomino se
pierde entre una tropología ingenua, un descriptivismo inoperante y una
pseudo-teorización incoherente y estéril. En parte ha llevado a cabo lo que
ella misma critica: "sería un engaño tapar con giros retóricos los
innumerables sistemas sígnicos del decir
cubano del período analizado" (p. 40).
(Mirar a los lados o perder el rumbo. Diario de Cuba, junio 2014)
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