Wednesday, July 22, 2015

Tristán de Jesús Medina vs. Rafael María de Mendive

¿No es verdad que sus versos parecen producciones de una niña de esta especie, a quien le ofende hasta la misma luz y un aire un poco fuerte, teniendo a cada paso que cerrar las celosías? Mendive escribiendo versos es la niña que sólo sabe andar mientras siente bajo sus pies los blandos tapices de la casa paterna, pero que si sale al jardín tiene que sentarse porque la arenilla de las calles le lastima las plantas a pesar de las chinelas.
(...)
   Si encontráis en estas poesías algunas muy buenas, no las llamáis sino bonitas, nada más que bonitas, porque ninguna de ellas, aún tratando de objetos sublimes y grandiosos, es grandiosa y sublime. Si halláis alguna imperfecta no digáis severamente que es mala; decid más bien, con tono lastimero: pobre flor que se muere de sed porque le falta una sola gota de rocío.
(...)
   ¿Por qué el señor de Mendive es tan tímido y tan recortado? ¿Por qué tiene escogidas una docena de frases para todas sus composiciones, para expresar todos sus sentimientos, para escribir toda clase de versos, romances, odas, sonetos, quintillas y octavas? Parece que este poeta le ha roto las cuerdas a su laúd y le ha dejado una sola. Sí, una sola cuerda tiene su lira y por eso lanza sonidos tan leves que llegan al alma como ecos muy lejanos. Sin duda hay aquí orgullo de poeta, como lo hay en el violinista cuando ejecuta admirablemente un capricho sobre la prima del violín, despreciando las tres cuerdas restantes.

(Citado por Lezama en conferencia. En: Fascinación de la memoria, Letras Cubanas, 1993)

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