Tuesday, June 30, 2015

Emilio Ichikawa sobre “Chiquita”, de Antonio Orlando Rodríguez

Pero a pesar de la falta de hondura y capacidad para establecer una dimensión mitológica en el autor, el “periodismo cultural” obsesiona a los escritores porque generalmente concluye con una información sobre el lugar y la fecha en que ocasionalmente se va a presentar su obra. Además de una invitación que asegura que el público, aunque no compre el libro, se va a entretener mucho.
   Uno de los ejemplos más emblemáticos de cómo el “periodismo cultural” puede inflar injustificadamente a un autor; e igual de injustificadamente le puede relegar después, sucedió en Miami con el libro Chiquita, de Antonio Orlando Rodríguez, Premio Alfaguara de novela 2008. Por unas semanas parecía que Chiquita iba a convertirse en un documento emblemático de la Hispanidad. En Univisión Jorge Ramos comparó a Rodríguez con las grandes cumbres de la literatura latinoamericana, sin agregar una idea que pudiera sustentar su juicio. Hoy no sabemos si Chiquita es o no es la gran obra que se dijo, porque jamás los medios de Miami han vuelto a hablar de ella.
   El escritor debe saber que entre el “periodismo cultural” y la “crítica literaria” hay una guerra planteada. Guerra estética, de género de expresión, de prestigio, de egos y hasta “guerra de clase”. El escritor tiene su estrategia y es válido que mercadee sus libros recurriendo sobre todo al “periodismo”. Pero también la “crítica literaria” tiene su orgullo y puede hacer silencio, incluso un silencio injusto, por venganza, cuando la fama pase.

(MIAMI: La escritura como espectáculo [Periodismo cultural VS. Crítica de arte]. Blog Emilio Ichikawa, octubre 2013)

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