El profesor Dilla, además de declarar que es marxista, se proclama socialista.
En realidad, esa es una palabra que no dice mucho. ¿Socialista como Fidel Castro, como Bettino Craxi, o como Carlos Andrés Pérez, cuyo partido, Acción Democrática, pertenecía a la Internacional Socialista junto al PRD dominicano de Peña Gómez e Hipólito Mejía?
¿Socialista como son los partidos de esa cuerda en Alemania, Holanda o Escandinavia, donde, con frecuencia, gobiernan junto a los liberales o se oponen a ellos?
Mi impresión es que el profesor Dilla vive en un mundo esquemático de ensoñaciones ideológicas y esloganes que nada tiene que ver con la realidad, o, por lo menos, con la realidad que yo pude observar durante los 20 años que fui vicepresidente de la Internacional Liberal, donde se dan cita 80 formaciones políticas de esa cuerda, y los anteriores 15 en que me integré a los grupos liberales españoles y dejé, felizmente, de ser socialdemócrata, cuando entendí cómo se crea la riqueza, cómo se malgasta, cómo se conserva y cómo se lucha mejor contra la pobreza.
Aunque a Dilla le sorprenda, quizás porque se pasó su juventud militando en el Partido Comunista de Cuba escuchando, supongo que molesto, consignas vacías e insultos al adversario, y presenciando indignos actos de repudio, el liberalismo no es una ideología en el sentido marxista (realmente hegeliano) del término, y tampoco existe la ideología "neoliberal", palabreja carente de sentido.
(Haroldo Dilla, el marxismo y otros errores. Diario de Cuba, julio 2013)
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