Monday, April 27, 2015

Fermín Gabor vs. Zoé Valdés (3)

La Zoé Valdés de aquella época estaba escarmentada ya, conocía el paño y nadie iba a hacerle un cuento. Y, como conocía el paño, estaba escarmentada y nadie le hacía un cuento, concluyó que el mejor modo de combatir la ignominia era metiéndose de lleno en ella, haciendo carrera de funcionaria y participando en cuanto sarao y recepción se le abriese por delante. Porque la zorra sabe muchas cosas, el erizo una sola y grande, y lo que Zoé Valdés supiera por entonces, mucho o uno, le valía para besar a Alfredo Guevara y a su perrito cada mañana.
   Al perrito de Alfredo, que es descendiente de un perrito que tuvo Charles Chaplin.
   En algunas noticias biográficas consta que Zoé Valdés trabajó como documentalista en la delegación cubana ante la UNESCO, en París, y en la oficina cultural de la Misión de Cuba en esa misma ciudad, entre 1984 y 1988. Ella lo recuerda en su blog (4 de junio de 2009) disculpándose: "no tenía para nada un cargo importante, era un sencilla recortapapeles, mal pagada, y peor considerada; pero eso me sirvió para observar, y por aquel momento, callar". Es decir, trabajó entre el personal diplomático en París con el fin de observar y confesarlo todo mucho más tarde. Por eso, cuando concluyó el matrimonio que la había llevado a la capital francesa en el séquito de Alfredo Guevara, casóse con otro miembro del séquito. Con tal de continuar su acopio de testimonios.
   Vinieron, después de aquellos años parisinos, los fusilamientos de generales. Vinieron sus años de subdirectora de la revista y las muchas recepciones del Festival de Cine Latinoamericano. (Sería interesante examinar la colección de Cine Cubano y los textos que publicara allí.) Recibió ella el premio de guión de ese festival, y llegó, finalmente, la hora de emigrar junto a su esposo y su pequeña hija.
   Vladimir Nabokov, quien también escapó de una revolución, tituló a sus memorias Speak, Memory. En caso de intentar alguna vez un libro parecido, Zoé Valdés podría titular el suyo Aguanta, memoria. Pues no hay más que ver cómo cuenta las circunstancias de esa salida del país.
   De una entrevista publicada en La Vanguardia, de Barcelona, el 21 de noviembre de 2004, cito el momento de la aduana habanera: "Iba con mi hija, que tenía un año y medio. El oficial no me la dejaba pasar. En ese momento, alguien se puso a cantar La Macarena. [...] Y todo el mundo se puso a cantar y a bailar: se armó tal juerga que, en medio del jaleo, el oficial nos dejó pasar".
   Esta versión confirma la que diera, para ese mismo diario, el 11 de agosto de 2001: "Iba con mi hija de un año y medio y no la dejaban salir. Alguien se puso a cantar La Macarena en el aeropuerto y se armó tal juerga que el oficial me dejó pasar".
   Las palabras son casi las mismas, como en las mentiras ensayadas cuidadosamente. ¿Acaso su hija de año y medio no tenía permiso de salida? ¿Sus padres se presentaron en aduana a la espera de un milagro de la Virgen de la Macarena? No sé de cuál película de Bollywood sale esta escena en la que suena un tema popular y hasta los cancerberos de la aduana bailan y descuidan su trabajo. Quizás Zoé Valdés intentaba contar, a través del mito de Los del Río, el mito de Orfeo. (¡Lo que hubiera sido aquello de sonar Livin' La Vida Loca!) Uno lee esta guayabonga y enseguida se pregunta qué cubano que haya atravesado aquellas puertas va a creérsela... Es la falta de fricciones. La ausencia de fricciones en la que allá vivía le ha permitido imaginar que todo alcanzaba a resolverse con una rumbita. Que, al final, Los del Río estarían siempre ahí para arreglar las cosas. El dúo Los del Río: Alfredo y Guevara.
   La edición del 8-15 de enero de 2009 de El Cultural, suplemento de El Mundo, publica un recuento de cómo le premiaron su primer libro de poemas. No aburriré a mis lectores con otra tanda de tupes, valga sólo esta frase donde, mientras le entregan el premio, la susodicha descubre en qué clase de concurso se ha metido: "Ahí fue donde me enteré que el premio, además de los mexicanos, lo auspiciaba una Radio, la radio salvadoreña de los guerrilleros del Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí. Fue de ese modo que sin ser militante comunista ni tener nada que ver con la política..."
   ¡Sácale brillo al piso, Teresa!
   Muchas otras historias de Aguanta, memoria podría enumerar aquí. Pues gran parte del corto talento imaginativo de Zoé Valdés se le va en mercurocromo y curitas para inventarse heridas del régimen comunista.

(La lengua suelta # 58. La Habana Elegante, segunda época)

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