Los que vivimos esa época sabemos que la UNEAC —”el fantasma de 17 y H”, le decía yo— era un muy bien organizado bayú en el cual Nicolás Guillén se dedicaba entre otras cosas a criar gallos y la plebe mediocre que allí medraba—salvo honrosas excepciones, hay que decirlo— a autopromoverse y hablar mierda con los intelectuales extranjeros, y a mendigar viajes con estos.
(Recuerdos de un premio no otorgado, Cubaencuentro, abril 2013)
No comments:
Post a Comment