Nada más loco que proponerse salvar a un muerto. Porque basta leer los estatutos de la UNEAC o las discusiones de hace unos días en la asamblea de la Asociación de Cine, Radio y Televisión, para convencerse de que se trata de un enfermo terminal.
Pero no se trata solo de valorar las venturas y desventuras de la UNEAC en su más de medio siglo de existencia, donde hay desde teatro bufo hasta escenas dignas de Dostoievski y Grossman, Artaud y Beckett… Aunque desde luego que esa valoración es necesaria para la historia de la cultura cubana, desde sus brillos iniciales en los primeros años 60 hasta la nauseabunda mendicidad actual.
(La UNEAC agoniza. Diario de Cuba, febrero 2014)
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